lunes, 12 de marzo de 2012

Capítulo 17: ¿Esto es lo que quieres?

No me voy ni a disculpar por tardar tanto, porque ni yo recuerdo cuando fue la última vez que subí ni de qué había escrito en el capítulo anterior. Si alguien sigue leyendo... ¡¡GRACIAS!! Espero que os guste =)

(POV Carrie)

No debería haber abierto la puerta sin mirar antes por la mirilla, pero tampoco debería de haber dejado la puerta abierta y haber cerrado en cuanto había visto quién era. No, con todo por lo que estaba pasando Lucía en estos momentos, no era bueno que le viera. Con lo que había hecho no sabía ni cómo era capaz de aparecer su padre por esa casa. Ya no tenía ningún derecho sobre ella.

Pasó por mi lado y buscó por toda la planta de abajo como un tigre buscando a su presa. Yo iba detrás de él, intentando hacerle ver que no era bienvenido en aquella casa, que debía salir igual de rápido que había entrado.

-No deberías estar aquí –le dije mientras le intentaba agarrar por el brazo –sal de esta casa y no me obligues a llamar a la policía. Sabes que en cuanto le cuente lo que sucedió no verás el sol en mucho tiempo – le iba recriminando mientras andaba junto a él.
-Es mi hija y va a volver a casa conmigo ¡Lucía! –Empezaba a subir las escaleras enfadado- ¿Dónde estás? – le volví a agarrar de la manga de la camisa, esperando que se parase.
-Ella no le quiere ver. Déjala que viva su vida – se paró en frente mía en mitad de las escaleras.
-Tú no tienes nada que decir en este asunto – me apartó de él dándome un pequeño empujón que me desestabilizó y por poco me caí por las escaleras.

Desde donde que quedé clavada pude ver como abría cada una de las puertas, esperando encontrar dentro a su hija. Llegó a la puerta de Tom, donde ellos deberían estar haciendo las paces. Ya no le podía ver pero sí que se le escuchaba y demasiado fuerte.

-Lucía, ya puedes estar saliendo por la puerta de esta casa si no quieras pagar duro las consecuencias – le amenazaba. -¿Cómo que no? – se escuchó un pequeño grito y ya me acerqué para ver qué estaba pasando.

Tom estaba paralizado, como si algo no le dejase mover ni un solo músculo de su cuerpo. Lucía estaba cerca de él, mirando con ojos implorantes, pidiendo a gritos que la ayudase en esos momentos. Pero Tom no articulaba ni un solo gesto. Estático.

-No papá, no pienso ir contigo a ningún sitio.
-¿Te estás oyendo? – Lucía soltó otro pequeño gritito por su pequeña boca -¡A mí me obedeces! No seré como tu madre que te permitía caprichos… ¡Aquí estás bajo mis órdenes!
-Déjala, la estás haciendo daño – le grité esperando que la soltara.
-Está teniendo lo que se merece –decía con total seguridad, creyéndose sus palabras que no tenían sentido.
-Suéltala – primer movimiento de Tom.
-¿Quien te creer tu para hablarme así?
-Suéltala – solo soltaba esas palabras por su boca pero al menos empezaba a reaccionar.
-Te estás jugando tu futuro, Tom. Esto no te conviene. –le decía. ¿Alex solo sabía manejarse a base de amenazas?
-No creo que mi futuro sea más importantes que esto –Tom se acercó a ellos dos intentando coger a Lucía y llevarla hacia él.
-Tú sabrás de lo que quieres vivir – le dijo mientras pegaba un tirón de su hija provocando más quejidos.
-¡TE HE DICHO QUE LA SUELTES! –Cogió el móvil que tenía en el bolsillo –ya tengo marcado el número, de ti depende que en 5 minutos aparezca por aquí la policía para arrestarte. ¿Quieres jugar a las amenazas? Juguemos.
-Jajajajajajaja –resonó la risa de Alex en la habitación - ¿te creer que puedes darme miedo? Por favor, no me hagas reír. No vas a llamar y arruinar tu precioso futuro.
-Suéltala – se fue acercando el teléfono a la oreja –no eres el único que puede contratarme – le enseñó el móvil al padre de Lucía y pudo ver como en la pantalla ponía “llamando”.
-Muy bien –agarró a Lucía por ambos brazos - ¿ESTO ES LO QUE QUIERES? –Decía mientras la zarandeaba – QUÉDATE CON ÉL Y SU ESTÚPIDA HERMANA. ¡Que sepas que no tendrás nada de mí! Ni cuando necesites el más mísero euro.

Lanzó a Lucía contra los brazos de mi hermano, ella con las lágrimas que encontraban como única vía de escape sus ojos. Según llegó a los brazos de Tom, así se quedó. Abrazada a él, intentando no romperse en mil pedazos.

Se volvió a asomar su padre por la puerta, con el dedo índice amenazando, señalando hacia su hija.

-Quiero que recojas todas tus cosas de la casa. No quiero nada tuyo por allí.

Si antes le quedaba poco, ahora todo lo que podía tener había desaparecido. Todo, absolutamente todo. Y espero que no seamos los únicos que puedan ayudarla porque entonces sí que va a sentirse desolada. Sin nadie de su familia a su alrededor, solo unos conocidos que no sabían de su existencia hasta hace dos semanas.

(POV Normal)

¿Me quedaba algo por lo que luchar en esta vida? En cuestión de unos días había perdido a toda mi familia, mis “amigas” no se han interesado por mí en ningún momento, todo había perdido su valor para mí. Lo único que me quedaba era esa persona que me sostenía entre sus brazos sin saber lo mucho que me estaba costando en esos momentos mantenerme en pie.

Estaba destrozada por dentro ¿quién no lo estaría? Vale que mi padre hiciese lo que hizo y por eso le odio, pero aún así mantenía la esperanza de que algún día pudiésemos volver a formar algo parecido a una familia.

Carrie estaba apoyada en el marco de la puerta, observando desde lejos y asimilando lo que había pasado, lo que intentábamos hacer todos. Yo realmente no sabía si alegrarme de lo que acababa de pasar (había conseguido librarme de él) o entristecerme… porque por lo que parecía lo había perdido y para siempre, y no solo a él sino a mi madre también.

Parecía que todo lo que tocaba últimamente desaparecía o lo acababa destruyendo. Levanté mis ojos acuosos de la camiseta de Tom un poco mojada por mis lágrimas para mirarle a los ojos. ¿Quería que él desapareciese también? ¿Y Carrie? Ahora mismo eran el único apoyo que me quedaba.

Me separé de él, bajo su atenta mirada y la de su hermana.

-¿A dónde vas?- me preguntó Carrie al pasar por su lado.
-Necesito pensar –me limité a decir.

Antes de salir al jardín trasero que tenía aquella casa, cogí algo con lo que abrigarme. No hacía un buen día, una pequeña niebla cubría la casa, no dejándote ver más allá de la propia verja del jardín. No era muy grande pero sí que tenía una pequeña piscina, aunque creo que aquí pocos días se puede aprovechar, con unas hamacas en uno de sus laterales y en el otro una zona de césped en donde se encontraban unos sillones de mimbre.

Me pasé toda la mañana sola en uno de los sillones, aclarando mis ideas, poniéndolas en orden, buscando respuestas, decidiendo qué haría a partir de ese momento, dónde viviría, cómo lograría sobrevivir… No saqué muchas cosas en claro, quería solucionar demasiadas cosas y mi cabeza no daba para más.

No me moví en todo el tiempo que había estado allí, me quedé mirando a la nada y solo movía mi mano para secarme la lágrima que de vez en cuando se escapaba. Podría decirse que estaba como dormida pero con los ojos abiertos, no me daba cuenta de nada de lo que pasaba a mí alrededor. No oía a los hijos del vecino discutiendo por que el hermano mayor no le dejaba el juguete al pequeño, ni al otro lado del patio cómo la anciana regañaba a su mascota por hacer las necesidades dentro y tampoco me di cuenta cuando Tom se sentó a mi lado, no hasta que me abrazó.

-Te vas a quedar congelada aquí afuera – dijo apretándome contra él. –Estás tiritando…- no me había dado cuenta del frío que tenía hasta que me lo había dicho.
-No sentía el frío- y era verdad, no lo sentía. Me había quedado tan ensimismada que ni de eso me había enterado.
-Venga, vamos dentro a comer. La comida ya está hecha –me dijo después de unos momentos de silencio.
-No tengo hambre.
-Sé que con lo…
-No Tom, no lo sabes –dije mientras negaba con la cabeza.
-Es normal que lo que menos te apetezca ahora es comer y que todavía tengas que asimilar lo que ha pasado, pero tienes que hacerlo…
-No, no –empecé a levantarme del sillón –eso ya lo tengo asimilado. Sé que ahora estoy sola pero ¿Qué voy a hacer con mi vida? ¿Qué voy a comer? ¿DÓNDE VOY A VIVIR? ¡YA NO TENGO CASA! –me estaba empezando a frustrar, toda la confusión comenzaba a invadirme – Voy a tener que cambiarme a un instituto público porque no tengo con qué pagar el mío, tendré que empezar a trabajar para poder salir adelante. ¡Yo tenía mi futuro planeado! Y no se parece nada a esto. Quería ser alguien en la vida, con estudios… -parecía que lo único a lo que se resumían mis últimos días era a las lágrimas- Mírame Tom –él me miraba sorprendido por mi reacción, no se esperaba que tuviese tanto de lo que preocuparme – mírame… no soy nadie ni conseguiré llegar a serlo y todo…
-Shhh… tranquila, me tienes a mi ¿vale? Te dije que te ayudaría y que no conseguirías separarte ni un centímetro de mí. –le miré y tenía su sonrisa que hizo que la mía también reluciese.- Comer comerás todo lo que yo te ponga en el plato; vivir, creo que esta casa es suficiente grande para soportar un ocupa más; el instituto ¿no llevas solo un mes y medio? No creo que te sea difícil recuperar las clases que pierdas entre que haces el cambio; ¿trabajar? Yo te ayudo a buscar algo y, por favor, mírate… si que eres alguien, por lo menos para mí y conseguirás todo lo que te propongas. Ya sabes, cuando una puerta se cierra, una ventana se abre. Puede que tu ventana esté en la última planta de un rascacielos y te cueste llegar pero planta a planta lo irás consiguiendo, solo quiérete más a ti misma y confía en ti. Yo lo hago.
-No quiero ser una ocupa- dije con una sonrisa. ¿Cómo lo conseguía? Era capaz de cambiarme de estado de ánimo con cada palabra que salía por su boca.
-Entonces serás mi invitada de honor. Ya está, todo solucionado. Vamos a comer invitada de honor.
-Gracias –no sabía cómo le iba a agradecer todo lo que estaba haciendo por mí. Con una simple palabra no era suficiente.



Por la tarde, Tom me había convencido para hacer lo que mi padre me había pedido: recoger todas mis cosas. No tenía miedo, tenía pánico. Hacer eso lo convertiría en más real lo que había pasado y no estaba preparada para hacerlo. Tom me acompañaría y me ayudaría con todo. El ir acompañada me relajaba más, tenía que pisar una casa que fue mi hogar desde que llegamos a Londres y cuando me fuera de ella no volvería a pisar.

Pero lo que me encontré cuando llegamos a la calle de mi casa, no era para nada lo que esperaba ver. No tendría que pisar la casa porque todas mis cosas estaban fuera, en la calle, al lado del contenedor de basura.

Toda lo que había en mi cuarto estaba tirado al lado de la casa, justo debajo de mi ventana. Lo había tirado todo por ella. Mi ropa, mis zapatos, mis libros, todos los peluches que tenía encima de la cama, mis discos de música… TODO. No se salvaba nada. Fui hacia el contenedor de basura donde encontré todas las fotos que tenía mi madre por toda la casa en la que salía yo, con el cristal del marco roto.

Las lágrimas salían de rabia, daba patadas a todo lo que se encontraba por los suelos. La gente que pasaba por alrededor se me quedaba mirando pero a mí me daba exactamente igual lo que pudiesen pensar. Ahora mismo no estaba para pensar en aquellos detalles.

Un estruendo que venía de la parte trasera de la casa hizo que Tom, que estaba por detrás de mí intentando que me tranquilizase, y yo pegásemos un bote del susto. Saber que todo lo que se encontraba mi padre y que me perteneciese lo estaba tirando por la ventana, me hizo temer lo peor, consciente de qué habitación daba a la parte trasera.

Agarré la mano de Tom arrastrándole conmigo, algo en mi interior me decía que lo necesitaría para poder mantenerme en pie. Crucé la verja de madera que me dividía la parte delantera con la de atrás y vi que estaba en lo cierto. Me derrumbé hincando las rodillas en el césped. Eso no lo podría haber hecho, justo eso no.

En frente mía se encontraba, o por lo menos lo que parecía ser, el piano con el que durante toda mi infancia había practicado, con el que había compartido esos momentos de magia al componer cada canción con mi padre. No quería volver a tocarlo pero necesitaba que cuando me sintiese preparada para retomarlo, estuviese ahí. Simplemente fue el regalo más especial que había tenido y ya solo quedaban trozos de madera…

-Había decidido volver a tocar… p-pero ahora no estoy tan segura –dije sollozando cuando sentí a Tom apoyas sus manos en mis hombros para intentar calmarme.
-No dejes ir lo único que te hace huir de la realidad por un momento- se acuclilló en frente mía- No renuncies a ellos.
-Tom, ha acabado con todo, cada recuerdo cada cosa que podía tener significado para mí ¿qué me queda?
-Te quedo yo y muchas cosas por las que luchar.



domingo, 8 de enero de 2012

Capíulo 16: No soy necesario ni útil.


Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiento tardar tanto, pero es que cuanto más tiempo tengo menos hago T.T Pero bueno he vuelto y este capitulo es más largo de lo normal! Espero que os guste y que me dejeis comentarios =)


Correr, solo pensaba en eso. Mi mente no me dejaba llegar más allá. Hacía frío y yo solo llevaba un chándal. No es que corriese por gusto, pero tampoco sabía porque corría ni hacia donde iba. Mis piernas iban solas, sin yo mandarles ninguna orden.

No era la única que corría, algo venía detrás de mí. Era de noche y no podía distinguir qué era ni quién era. Solo veía una sombra entre la oscuridad de la noche.

Entonces me di cuenta de que esa persona, porque era una persona, me perseguía. Decía mi nombre, pidiéndome que parase y que dejase de escabullirme. Yo no le hacía caso y seguía corriendo, aumentando la velocidad.

La zona la reconocía, había estado allí antes. Estaba en la parte antigua, no había ni un alma por aquellas calles solitarias a excepción de algún que otro vagabundo. Pero lo que me había dado la pista para reconocer ese lugar era un cine. Era antiguo y lo reconocí de cuando estuve la última noche allí, después de una de las peores noches y esperando a que Carrie hubiese escuchado mi mensaje y viniese hacia allí.

Lo pasé de largo adentrándome en uno de los tantos parques que había en Londres. El hombre ya estaba casi pisándome los talones, me estaba alcanzando y mi corazón y pulmones iban a estallar. Me faltaba el aire y el corazón no daba a basto.

Lo sentía a medio metro de mí, ya casi me podía tocar. Intenté gritar pero de mi garganta no salió ni un solo ruido. Abría la boca lo máximo posible preparando mis cuerdas vocales para gritar de nuevo, pero nada.

No sabía quién había puesto esa piedra ahí, pero caí de bruces contra el suelo y el hombre se tiró encima de mí, atrapándome con fuerza.

-Ya te tengo hija –dijo él.

El grito que pegué lo debió de escuchar todo el vecindario, y no solo ese sino todos los anteriores. Esa misma pesadilla o similar me llevaban acechando toda la noche. Cada vez que cierro los ojos para dormir me viene a la cabeza.  Intentaba obligar a mi subconsciente a cambiar esas imágenes.

-Tranquila, es solo una pesadilla –me decía Tom cada vez que me despertaba sobresaltada.

Cada vez que lo hacía me quedaba sentada en la cama, con una enorme dificultad para respirar, intentando calmar los latidos acelerados de mi corazón y lo que más mal me hacía sentir era que cada vez que pasaba eso, despertaba a Tom.

Le estaba dando la peor noche de su vida, no le dejaba dormir a gusto y cuando él ya había conciliado el sueño ya estaba yo para despertarle.

Miré la hora en el despertador que tenía Carrie en su cuarto. 4:37.

-Lo siento- le dije a Tom. No podía soportar ver su cara de adormilado, intentando tranquilizarme. Se notaba que no podía casi ni hablar, pero ahí estaba él para relajarme.
-No te preocupes –me dijo con los ojos achinados por el sueño – lo único que quiero es que tu estés bien, me da igual que tenga que pasar varias noches en vela.

Volvía a posar mi cabeza en su pecho dispuesta a dormirme de nuevo, con sus dedos recorriendo mi espalda y con su dulce voz cantándome una nana como a una niña pequeña. Me encantaba su voz y eso me hacía volver al sueño más profundo.


Cuando desperté, aún con los ojos cerrados, busqué a Tom entre las sabanas y no lo encontré. Abrí los ojos para buscarle por toda la habitación, pero tampoco estaba. El corazón se me aceleró. El estar sola me daba miedo, mi mente comenzaba a maquinar contra mí, poniendo sombras de personas donde no las había, voces donde no deberían escucharse y pasos donde no bebería haber nadie.

Bajé las escaleras despacio, no se escuchaba nada en la planta baja hasta que un ruido de cacharros me acabó de asustar por completo. Casi me caigo por mitad de las escaleras y al ir a agarrarme a una de las barandillas acabé yo sola con el silencio.

Apareció Tom en mitad del pasillo con una taza de café en las manos y su sonrisa en la boca.

-¿Qué haces sentada en las escaleras? –dijo medio riéndose.
-Nada, solo apreciaba la moqueta de las escaleras de cerca- le dije yo con ironía. -¿Tu que creer? Por casi me caigo.
-Lo siento- dijo entre risas. Me agarró de la mano y me levantó llevándome hasta el refugio de sus brazos- ¿Me perdonas?- y me da un ligero beso en los labios.

¿Cómo no le iba a perdonar a esa sonrisa y con ese hoyuelo que se le formaba? Era imposible no hacerlo.
Yo seguía disfrutando entre sus brazos y de sus besos cuando la cerradura que tenía Tom a sus espaldas comenzó a sonar. Tom me miró un poco perplejo dejando claro que no esperaba que nadie viniese a su casa. Por la puerta apareció una melena bastante reconocible para nosotros y me aparté lo más rápido posible de su hermano y Tom me volvió a juntar a él, abrazándome de nuevo.

-Está claro que me tendría que haber pensado mejor el dejarla venir aquí a vivir –farfulló aunque Carrie le escuchó perfectamente seguro. –¡Siempre tan oportuna!

Intentaba separarme de él, no quería que Carrie nos viese de esta forma, pensaría cosas. Vale que estuviese en lo cierto, pero no me apetecía aguantar sus peguntas, en ese momento desde luego. Aunque al final conseguí deshacerme de sus brazos, Carrie se dio cuenta.

-¡Aissh! –vino corriendo a abrazarnos a ambos –sabía que todo acabaría bien. Solo hacía falta un pequeño empujoncito –levantó repetidamente sus cejas en dirección a Tom.

Tom sonrió y se fue a la cocina tirando de mí y perseguido por su hermana. Mientras seguía preparando cosas en la cocina, hay que ver lo que le gustaba a este hombre la cocina, yo metí la pata como ya estaba volviendo costumbre.

-La verdad, es que no fue difícil conven… -comenzó a decir Tom y ¿adivináis quién le interrumpió y la cagó?
-La verdad –hice hincapié en esa palabra- es que te estás confundiendo, entre tu hermano y yo no ha pasado nada y no creo que pase.

Momento de tensión en la sala. Tom dirigiendo su mirada hacia mí, que en un principio era de incomprensión pero pronto pasó a enfado, la de Carrie que nos miraba alternativamente pensando que había metido la pata hasta el fondo, y yo deseando a que la tierra me tragase lo antes posible.

Él tiró el paño de cocina hacia la encimera y con furia, le faltaba tirarse de los pelos, estaba empezando a ponerse rojo.

-En serio, no te entiendo –dijo alzando la voz y señalándome -¡de veras que no te entiendo!

No conseguía sacar ninguna contestación que arreglase los daños que había causado, solo me limitaba a mirarle, con los calores del nerviosismo que subían por mi espalda y con los ojos que se negaban a soltar una lágrima pero que estaban allí, detrás de ellos.

-Está claro que cuando pasa la tormenta, Tom ya no es necesario ni útil- dijo mientras se iba.

Me quedé mirando al hueco de la puerta por la que había salido. Las piernas me temblaban de la impotencia que sentía por dentro. El querer pero no ser capaz. Me apoyé en la encimera y poco a poco me fui deslizando por ella hasta caer rendida en el suelo.

Sentía que últimamente todo lo que hacía y decía estaba mal, no hacía nada a derechas y la gente sufría por mi culpa. Yo no quería que todo fuese así y lo tendría que arreglar como buenamente pudiese.

Carrie me zarandeaba mientras que yo estaba en mi mundo y en un click, como cuando un anclaje llega a su postura adecuada, mi mente se activó. Me levanté deprisa y subí las escaleras a toda velocidad. Intenté abrir su puerta pero la había cerrado con pestillo. Sí, la había cagado.

Di golpes a la puerta esperando que no se hubiese puesto a escuchar música y me escuchase. No respondía pero sabía que me había escuchado. Noté como se había echado sobre la puerta y se oía ligeramente su respiración.

-Tom, abre, por favor- le supliqué. Sin respuesta –no quería decir eso…

Escuché como se alejó de la puerta.

-Por favor, no te vayas de la puerta. No es verdad lo que has dicho, si que te necesito – y volvió. –Yo no… no… por favor abre, no le voy a hablar a una puerta –y una nota se coló por debajo de la puerta, “No voy a abrir” decía y se la devolví –claro que vas a abrir.

Se volvió a alejar. “Va a ser que si que voy a tener que hablar con la puerta” pensé.

-Tom, no puedo decir que te quiero porque es una palabra muy fuerte para mi, todos a los que he querido me han fallado o me han acabado haciendo daño, no puedo permitirme una persona más. También es muy pronto para saber que siento por ti. Solo sé que estoy a gusto contigo y no necesito más. Ahora mismo no puedo pedir más. –me quedé pensando, no sabía que más decirle para que abriese la maldita puerta y decirle todo esto a la cara, sabía que lo estaba consiguiendo pero no llegaba a ser suficiente para él. –Sé que no es una excusa para lo que ha pasado ahí abajo, no debería de haber dicho lo que he dicho… Lo siento.
No podía parar de pensar que la había cagado, que siempre lo hacía y que no iba parar de hacerlo. Me quedé esperando un rato más por si abría la puerta pero no pasó nada. Ya no era impotencia lo que corría por mi cuerpo, era rabia. Rabia de mí misma, por ser como era, por no ser capaz de decir todo lo que sentía, por tener que ocultarlo todo por vergüenza de esos sentimientos y porque por una vez en la vida había conseguido tener a alguien en mi vida que cuidaba y se preocupaba de mí y lo iba a perder con unas estúpidas palabras que ni siquiera sentía.

Le pegué un puñetazo a la puerta para desatar esa rabia que me carcomía por dentro.

-Joder, Tom, lo siento ¿vale? Yo no quería esto… -me senté en el suelo apoyando la espalda en la puerta mientras las lágrimas caían por mis mejillas –por favor, abre la puerta –le volví a suplicar –por favor.

No conseguía parar de sollozar, me obligaba a parar pero no lo conseguía.

(POV Tom)

No sabía cómo podía haber pensado que ella sentía algo por mí, yo solo era el chico que la consolaba cada vez que algo iba mal. Esos besos solo eran por agradecimiento, no sentía lo mismo que yo. Solo había sido un peluche al que achuchar cuando iba algo mal, un juguete que le sacase una sonrisa.

Pegué un portazo a la puerta, esto no podía ser peor. Le había dado todo lo que tenía. ¡Le había ofrecido mi casa! No podía parar de dar vueltas a la habitación intentándome hacer creer que lo que había pasado era una espejismo.

La puerta casi se cae abajo de todos los golpes que estaban dando, no sabía quién y seguro que era mi hermana para consolarme, esperando a que yo abriese el pestillo. Me acerqué a la puerta y me senté apoyándome en ella.

-Tom, abre, por favor- me suplicó Lucía –no quería decir eso…

No quería hablar con ella, no ahora mismo. Me levante y fui hacia el escritorio rebuscando entre todos los papeles que tenía encima. Escribí en un papel que había encontrado “No voy a abrir”.

-Por favor, no te vayas de la puerta. No es verdad lo que has dicho, si que te necesito – me quedé mirando la puerta –Yo no… no… por favor abre, no le voy a hablar a una puerta –y deslicé la nota por debajo de la puerta y la misma nota volvió a pasar por debajo de la puerta –claro que vas a abrir.

Escuché como bufó al otro lado. No iba a abrir la puerta

-Tom, no puedo decir que te quiero porque es una palabra muy fuerte para mi, todos a los que he querido me han fallado o me han acabado haciendo daño, no puedo permitirme una persona más. También es muy pronto para saber que siento por ti. Solo sé que estoy a gusto contigo y no necesito más. Ahora mismo no puedo pedir más. –apoyé las manos y la cabeza en la puerta. No me podía creer lo que estaba saliendo por su boca –Sé que no es una excusa para lo que ha pasado ahí abajo, no debería de haber dicho lo que he dicho… Lo siento.

No me quiere o no lo sabe todavía pero si le gusta al igual que a mí pasar el tiempo juntos, todos los ratos que hemos pasado a solas, aunque sean pocos eran sin complicaciones. Dos chicos hablando, riendo, contando anécdotas, tocando el piano…

Puede que ella se pensase que no sabía por lo que estaba pasando y que no fuese capaz de ponerme en su piel y saber todo lo que estaba sufriendo, pero sí que lo hacía y por eso, para mí eso sí que es una buena excusa y un buen lo siento.

Le pegó un puñetazo a la puerta, se tendría que haber hecho daño.

-Joder, Tom, lo siento ¿vale? Yo no quería esto… -se calló por un momento se empezó a escuchar sus sollozos –por favor, abre la puerta –volvía a suplicar –por favor.

Me separé de la puerta, mirando el pestillo que estaba en el manillar. Lo abrí esperando que ella no se hubiese ido de la puerta y ahí estaba, sentada en el suelo. Se levantó como pudo a la vez que se quitaba las lágrimas.

Se tiró a mis brazos, abrazándome con todas sus fuerzas mientras que no paraban de salir por su boca las palabras “lo siento” repetidamente.

Agarré su cara entre mis manos y fue ella quien buscó mis labios, fue ella quien los capturo y fuimos los dos quienes disfrutamos de ese beso.

-Lo siento- me volvió a repetir.
-Para de disculparte – le dije.
-Por muchas veces que lo diga nunca será suficiente –no tenía razón, pero se puso nerviosa de repente y me imaginé que tenía algo que decirme.
-Suéltalo –puso cara de “me han pillado”- lo que estas pensando, puedes decírmelo.
-No quiero que te enfades, pero… -se tomó su tiempo –no quiero que estemos juntos, solo quiero estar como ahora, a gusto. No hace falta etiqueta, solo quiero esto.- y señaló con la mirada refiriéndose a nuestro abrazo.
-Me parece bien –se quedó perpleja. ¿En serio pensaba que me iba a enfadar por eso? Era lógico que ahora mismo no quisiera, después de lo que acababa de pasar. Sabía que tendría que ir ganándome su confianza poco a poco. Más bien hacer que ella ganase su confianza. –No necesito etiqueta, como tú has dicho, solo necesito esto.

(POV Carrie)

Desde abajo se escuchaba todo el jaleo que estaba formando Lucía con la puerta pero cuando dejé de escucharlos supe que ya estarían besuqueándose por toda la planta de arriba.

Sonó el timbre de la casa y me fui hasta la puerta.

-Aish que buena Celestina soy –iba diciendo hasta llegar a la puerta y sin mirar por la mirilla abrí.

Debería de haber mirado por la mirilla antes de abrir porque lo que se me apareció en la puerta no debería de haberle abierto.

-¿Dónde está mi hija? –me preguntó y me echó a un lado con fuerza y comenzó a buscar por la casa.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Capítulo 15: Todo acabará bien


Os preguntareis ¿Como es que subes tan pronto? ya veis, estoy cumpliendo con lo que dije xD Este capítulo va para mis dos Sra. Fletcher ( @LostinFletcher y @RosalieTombar) una que acaba de terminar con los examenes y la otra que está de bajon... asique, ANIMAROS COÑE!
Tengo una pregunta: ¿es muy lioso el que este con muchos POV? Esque me gusta escribir como se siente cada personaje...
Al leer se ha dicho!



(POV Tom)

Estábamos caminando por la calle, comenzaba a hacer frío y parecía que iba a comenzar a llover. Las nubes grises habían cubierto todo el cielo sin dejar un claro que se viese azul.

Lucía estaba a mi lado, sin decir una sola palabra. Me debatía entre darle la mano o quedarme quieto. Parecía que cada contacto que tenía no le era de mucho agrado, como si no estuviese acostumbrada a ese tipo de muestras de cariño, y no quería fastidiarla. Ya había conseguido dar un gran paso y que ella lo aceptase, pero ése no sabía cómo se lo iba a tomar.

Nuestras manos se rozaron sin querer por el movimiento de nuestros brazos y ella se giró, con una sonrisa, y agarró mi mano como si hubiese decidido por mí acabando con el dilema que me había planteado. Se juntó más a mí y me dio un apretón en la mano.

Me acababa de acordar de una cosa.

-Fue por mi padre –dije sin más.
-¿Qué? –me preguntó, parándose en seco y mirándome fijamente.
-Antes me preguntaste por cómo descubrí aquel lugar y yo te contesto.
-Amm –dijo volviendo a retomar el camino. -¿te lo enseñó él?
-No -¿cómo podía pensar eso? –A mi padre no le gustaba que tocase el piano…
-¿Por qué? –me dio otro apretón en la mano, sus manos estaban frías pero me gustaba que lo hiciese, estaba avanzando con su forma de ser haciendo esas muestras de cariño.
-No me lo llegó a decir nunca, pero se notaba que no le gustaba. Creo que tenía algo que ver con la masculinidad.
-¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra? No creo que por tocar el piano seas menos “hombre”.
-Mi padre no pensaba lo mismo. Tocar el piano, según él, es cosa de chicas. Nunca me dejó tocar en casa. –me quedé pensando unos segundos, realmente esa no era la razón por la que nunca me dejó tocar –Bueno, más bien le ponía de mal humor el escucharme y yo por no molestar me busqué un lugar donde hacerlo.
-Y ahí es donde encontraste este sitio ¿no? –acertó.
-Sí, durante muchos años ese ha sido mi refugio, donde iba todas las tardes en vez de ir al parque a jugar, donde conseguía estar a gusto conmigo mismo, sin nadie que diese golpes en la pared para hacerme silenciar el piano ni que gritase por ello…

Se escuchó un relámpago que retumbó en todo el cielo. Ella pegó un salto del susto y no tardó ni cinco segundos en rodearme con los brazos. Parecía bastante asustada.

-¿Estás bien?
-Si si, no te preocupes, solo ha sido un relámpago- me intentó convencer de ello pero estaba tiritando y no sabía si era de miedo o del frío que comenzaba a hacer por la oscuridad -¿Y el hombre de la tienda te dejaba tocar sin más? –me preguntó con dificultad por el temblor que tenía.
-No. A cambio de dejarme tocar en su trastienda y darme algunas clases, trabajaba con él algunas tardes. Pero solo al principio, cuando fui mejorando me dijo que solo con escuchar lo que tocaba, le bastaba. Decía que con mi música, atraía a clientes, pero de eso nunca estuve yo muy seguro.

Ella seguía tiritando y cada vez que un relámpago estallaba en aquel cielo encapotado, pegaba un bote. La apreté más junto a mí, para así hacer que se le pasase el frío que tenía, pero no funcionaba. Seguía temblando.

-¿Seguro que estás bien?- Le volví a preguntar.
-No pasa nada es solo que… -y se quedó a mitad de la frase a causa de otro relámpago- me recuerda a…

No hizo falta que siguiese, ya la había entendido. Le recordaba a esa noche, incluso yo soy incapaz de mencionarlo, pero supongo que ya todos sabéis a que noche me refiero.

Le pasé un brazo por la espalada y continuamos nuestro camino hacia casa, cuanto antes atuviésemos menos sufriría ella.

Y solo cuando nos quedaba un pequeño tramo hasta casa comenzó a llover, nada extraño para una ciudad como lo es Londres. Con la chaqueta más o menos impermeable que llevaba nos intenté cubrir lo máximo posible, aunque no sirvió de mucho. Llegamos calados de arriba abajo.

Subimos ambos a la planta de arriba, ella se quedó en la habitación de mi hermana cambiándose de ropa con unas prendas que le había cogido a Carrie para ella y yo me puse el pijama en un momento y bajé para preparar unos cafés y entrar en calor. Ambos lo necesitábamos esta vez.

En la mesa de la encimera había una nota de Carrie:

Me voy a casa de mamá esta noche. Tom, te dejo vía libre para que te lances hombretón. Si eres Lucía la que lo está leyendo… nos seas tonta y aprovecha xX

Menos mal que fui yo el que leyó la nota, ¡solo a Carrie se le ocurrían esas cosas!

Justo cuando salía el primer café ella bajó, pero parecía tímida por sus movimientos. Había entrado con la cabeza gacha y arrastrando los pies.

-¿Quieres? –dije señalando el café que acababa de dejar en la encimera justo delante suya.

No me contestó pero lo cogió entre sus manos, frotándolas para hacerlas entrar en calor. Ella estaba de frente a la encimera, dándome la espalda. Seguía temblando. Me acerqué por detrás, me junté a ella y la rodeé con mis brazos. En cuanto lo hice su temblor paró y se irguió. Poco a poco se fue relajando ella sola.

Llevaba el pijama que le había prestado de mi hermana y se había soltado el pelo que antes llevaba en una coleta. Cogí toda su melena y se la retiré hacia un lado, mientras que rozaba su piel sin querer con mis dedos, dejándosela caer por delante. Se estremeció bajo mis brazos y tomó otro sorbo del café.

Otro relámpago relumbró por la ventana que teníamos delante y, de nuevo, ella comenzó a temblar. Apreté más mis brazos a su alrededor y besé su nuca, ahora descubierta, pero ella seguí temblando.

Tenía en las manos la taza de café, la agarré y la dejé en la encimera para que no se derramase. Le di la vuelta lentamente para poder tener su cara frente a la mía, ver que sus ojos estaban llorosos.

Cogí su rostro entre mis manos, me acerqué a ella esperando a que ella diese el paso esta vez. No quería hacerla sentir mal. No tardé mucho en sentir su respiración aún más cerca de mi boca, pero sin llegar a rozar mis labios. Ella no quería ser la que se lanzara, estaba indecisa y no aguantaba más.

Capturé sus labios entre los míos, fundiéndonos en un tierno beso. Esa vez sí, pasé mi mano por la nuca, atrayéndola más a mí, mientras que la otra mano seguía acariciando su mejilla. Se separó de mí, mordiéndome el labio y llevándoselo a su vez. Nos quedamos pegados, apoyando mi frente en la suya.

-Todo acabará bien -le susurré.
-Espero que tengas razón –suspiró y se alejó de mí.

(POV Normal)

Subíamos las escaleras, Tom detrás de mí pisándome los talones a la vez que me indicaba como si no supiese donde estaba su habitación. Y por lo que había pasado antes… yo subía las escaleras porque mis piernas iban solas porque lo que es la cabeza todavía seguían en aquel beso.

Me quedé parada en mitad del pasillo mientras que Tom abría la puerta. Hasta ese momento no iba a entrar en su cuarto y estaba ansiosa por saber cómo era. De qué color sería, qué poster o fotos tendría, pero esa habitación ya me sonaba. << ¡Bien Tom, este no es tu cuarto! >>, pensé. Sí, era el cuarto de Carrie.

Me quedé mirándolo mientras que recogía todo lo que había encima de la cama. Esa noche necesitaba a unos brazos que me abrazasen, alguien que me dijese que todo iba a estar bien. Se dio la vuelta y yo me quedé con la boca abierta para decir algo pero sin llegar a escupirlo.

Entré en el cuarto y me senté en la cama. Otra vez esos temblores por culpa a los relámpagos. Pensaréis que era una tontería pero me recordaba mucho y era solo cerrar los ojos y un cumulo de imágenes y malas sensaciones llegaban a mi mente.

Miraba al suelo y la parte del colchón que tenía al lado se hundió. Sus brazos me rodearon por enésima vez en un día y nunca me cansaría de que lo hiciese.

-Deberías descansar –me dijo, levantándose de su sitio y plantando un beso en mis labios antes de irme.

Me quedé observando por un rato, esperando a que se diese cuenta por si solo de que realmente le necesitaba esa noche conmigo, y como era lógico no se enteró, dudo que pudiese leer el pensamiento.

-Tom – dije antes de que saliese por aquella puerta –Por favor, no me dejes sola, no esta noche.

Le faltó tiempo para estar junto a mí, tumbado en la cama. Uno de sus brazos reposaba sobre mi estomago mientras hacía pequeños círculos. No conseguía dormir y por sus movimientos, él tampoco.

Giré mi cara y en frente tenía la suya, con los ojos cerrados respirando con tranquilidad. Al notar mi mirada, abrió los ojos y me miró fijamente. No pude sostener su mirada y acabé cerrando los ojos.
Su respiración se acercó y ahí comenzó mi perdición, no podría pararle si quisiera. Sus besos eran más fogosos y yo intentaba seguirle, pero ahí estaba el miedo presente para fastidiarme el momento.

Me quitó la chaqueta del chándal que me había dejado para que no pasara frio a parte del pijama. Debajo la camiseta del pijama era de manga corta. Se separó de mí y me observo con detenimiento. Cada vez le tenía más encima de mí.

Comenzó a besarme aquellas zonas que habían quedado marcadas por la fuerza de mi padre, esos moratones que me dolían con un simple roce y así salió de mi boca un quejido.

-¿Te duelen? –me preguntó con el semblante entristecido y yo le contesté asintiendo con la cabeza.

Volvió a mi boca, bajó por mi cuello y yo cometí el error de cerrar los ojos. La imagen de mi padre encima de mí, abusando de mí y obligándome se apareció en mi visión. El pánico me empezó a invadir y mi cuerpo ya era presa de él. Empecé a dar patadas y a moverme como pude debajo de mi padre para que me dejara. Todo se estaba repitiendo.

-Por favor, papá, déjame –grité.

Esas manos que antes me sujetaban habían pasado a ser una caricia en mi rostro y una voz calmada pero con un pequeño tono de histeria intentaba calmarme.

-Shh, tranquila Lucía, soy yo. No pasa nada. –me decía Tom.

Entonces abrí los ojos y vi su cara, la de Tom. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué había visto esas imágenes? Las lágrimas inundaron mis mejillas.

Tom se limitó a abrazarme bajo las sábanas mientras me decía cosas para que me calmase y consiguiese conciliar el sueño. Y así fue, pocos segundos después ya había caído en los brazos de Morfeo.


PD: Me ha hecho mucha ilusioón el ver que me leen desde fuera de España (creo que de Puerto Rico) GRACIAS POR LEER A TODAS!! OS LOVEEEEEE <3
PD2: Si quereis que os avise solo teneis que decirlo =)

lunes, 5 de diciembre de 2011

Capítulo 14: Los avatares de la vida... nos llevan por caminos insospechados

¿Hola? ¿sigue alguien leyendo esto? Creo que no....
Bueno la frase del cápitulo es propiedad de @Gemma_noworries que si no lo digo me pega T.T y a partir de ahora intentare al menos subir cada semana pero no prometo nada...
Lo dicho, a leer!!


Me quedé durante unos segundos petrificada en el marco de la puerta. No es que me gustasen esas vistas, pero algo dentro de mí quería interrumpirles y hacer notar mi presencia. Aunque mi parte racional, o no sé muy bien si ese impulso venía de otro lado, quería salir corriendo, y rápido.

Así lo hice, salí al hall donde tenía mi abrigo y me pasé por el comedor para avisar de que me iba.

-Me ha llamado mi…mi- si no podía ni pensar en él, más me costaba hablar de mi padre.- Me tengo que ir.
-Pero si no tienes móvil- y tenía razón pero yo ya me iba hacia la puerta.
-Es urgente. Tengo que irme a casa.

Antes de salir por la puerta, vi por el rabillo del ojo como salían de la cocina. Tom con paso apresurado y Ashley siguiéndole con una risa de estúpida que no podía ni con ella.

-¿Ha dicho que se va a casa? –Parecía preocupado –No puede… -no escuché nada más de lo que salió de su boca. Ya había cerrado la puerta tras de mí.

La pregunta que había hecho Tom me hizo pensar. ¿Cómo iba a ir a casa? Estaba claro que no me iba a casa, yo ya no tenía casa. Bueno, mejor dicho, sí que tenía casa, pero ya no la podía considerar hogar.

¿Y dónde iba a dormir y vivir? ¿Qué iba a comer? Realmente no tenía ni idea, no tenía ningún familiar que viviese en este país, todos estaban en España.

Comencé a caminar, ¿Sabéis esa sensación de que nada iba a ir bien a partir de ese momento y que por más que quisierais no podríais hacer nada para cambiar tu vida? Así me sentía yo. Sola e indefensa caminando por la calle, sin tener donde ir, caminando hacia cualquier lugar. Lagrimas que inundaban mis ojos sin llegar a caer, aire que revolvía mi pelo y me dificultaba la visión, pero yo seguía adelante aún sin tener un rumbo.

Las casas por las que pasaba eran todas iguales, monótonas. Ojalá y mi vida fuese así, sin nada que se saliese de lo normal, sin ninguna preocupación. Pero no era así.

Me agarraron de la mano, intentando hacerme girar sobre mí misma, pero no lo hice. Había estado escuchando como me llamaba a gritos desde que había salido de su casa y si no le había hecho caso en ese momento ¿por qué se lo iba a hacer minutos más tarde?

Me deshice de su mano de un tirón y seguí mi camino hacia ninguna parte. Seguía insistiendo en frenarme, pero cuanto más ímpetu le ponía él, con más fuerza me escabullía yo.

-¿Se puede saber por qué te vas así de mi casa?- me preguntó mientas se quedaba parado en la acera y yo le conseguía llevar un poco de ventaja.

No le contesté, ni pensaba hacerlo. Después de todo lo que me había dicho Carrie, sin yo quererlo me había hecho ilusiones. Con todas las reacciones que había tenido esa noche no era para menos.

-Lucía, ¿me puedes hacer caso? –ya se había puesto de nuevo a mi altura, cogiéndome de nuevo del brazo. -¿Qué ha pasado?

Silencio es lo único que obtuvo. Me paré en un paso de cebra para mirar hacia los lados y cuando fui a dar un paso, algo me lo impedía, es más, me echaba hacia atrás.

Me di cuenta de que Tom me tenía agarrada por la cintura, para que así no me pudiese escapar. Hacía fuerza en mi abdomen para que retrocediésemos y no estar en mitad de un cruce.

-Suéltame- le ordené a la vez que forcejeaba.
-No
-Por favor, suéltame –le dije con un tono suave, inexpresivo casi.
-No hasta que me cuentes qué ha pasado ahí dentro. –me ordeno.

Intenté de nuevo escabullirme, no quería hablar con él. Cada vez apretaba más para que no me fuese de su lado, como había hecho mi padre la noche anterior. Estaba consiguiendo hacerme daño, pero no físico. Me estaba haciendo recordar a mi padre. Sin querer, pero lo estaba consiguiendo.

Las lágrimas no tardaron en comenzar a caer y eso lo notó él también. Me soltó de repente, dándose cuenta de lo que había causado, pero no por ello se fue de mi lado. Se colocó en frente mía, poniendo sus manos en mis mejillas y con un reflejo de culpabilidad en sus ojos.

-Lo siento, lo siento… Dios-me agarró de la nuca e hizo que pusiese mi cara en su pecho- lo siento mucho, de veras que lo siento…- me acariciaba el pelo mientras que sentía sus labios en mi cabeza, dándome pequeños besos, intentando consolarme.

Siguió disculpándose hasta que al fin me calmé, aunque yo no le escuchase. Él solo tenía parte de la culpa pero no lo había hecho queriendo.

Me separé de él, me di la vuelta y comencé de nuevo a caminar. Ya no estaba enfadada con él -si es que realmente he llegado a estarlo, sólo estaba un poco molesta, y no celosa como me había dicho Carrie o eso es lo que pretendía hacerme creer a mi misma- pero seguía sin querer hablar con él, aunque ya estaba Tom para detenerme.

-Sé por lo que estas pasando, comprendo que no quieras hablar conmigo después de cómo nos hemos tratado pero…- me empezó a decir Tom mientras que me agarraba de las muñecas para que no me moviese de su lado.
-No Tom, no sabes por lo que estoy pasando, si lo supieses me dejarías ir- le dije mirándole a los ojos mientras que alguna que otra lágrima se me escapaba.
-Lucía, me lo contaste anoche- atrapó esas gotas saladas que caían lentamente.
-No te conté todo… -agaché la cabeza.
-Entonces cuéntamelo si quieres y después ya decido yo si debo dejarte ir.

Me miraba con una sonrisa perfecta en su cara y ese hoyuelo que tanto llamó mi atención en cuanto le vi en el video. Su mirada me transmitía tranquilidad, seguridad y confianza, que podía contar con él aunque no nos conociéramos mucho.

Me guió hasta un poyete que había al principio de un parque, donde nos sentamos. ¿Cómo se contaba que aparte de que tu padre te ha violado, tu madre te ha abandonado? ¿Lo sabéis? Yo tampoco. ¿Se hace una pequeña aclaración para que no suene tan horrible o lo sueltas sin más?

-Mi madre se fue de casa hace unas semanas – lo solté sin aclaración ni nada, tal y como había pasado.
-Pero estaba en un viaje de trabajo ¿no?
-Es eso lo que mi padre quiere que piensen, mi madre nos abandonó. Sin nota, sin aviso, NADA- dije que no volvería a llorar por ella y lo estaba consiguiendo, solo había rencor hacia ella, de momento –después de llamarla tantas veces, nos devolvió la llamada y nos lo dijo sin remordimiento.

Pasó su brazo por mis hombros y me cobijé en su pecho. Paseaba su mano de arriba abajo mi brazo, calmándome. Me sentía cómoda donde me tenía. Sus brazos eran como mi fortaleza y su corazón el cielo.

Sus latidos eran lentos, me relajaba… como si nuestros corazones tuviesen que ir al mismo compás.

-Lo peor no es que nos haya abandonado- dije separando mi cabeza de su pecho para poder mirarlo a esos ojos tranquilizadores.
-¿Qué puede ser peor que eso? – me preguntó sorprendido.
-Que me haya abandonado a mí sabiendo de lo que era capaz mi padre- ahí sí que me derrumbé y falté a mi promesa.

De nuevo me cobijó entre sus brazos, esto se estaba convirtiendo en costumbre. Me iba a empezar a acostumbrar a esos abrazos y no quería, porque cuando no los tuviese ¿qué iba a hacer?

Se acerco a mi oído y con voz suave me dijo:

-No voy a dejarte ir- y con esa simple frase me sacó una sonrisa.

Se levantó, arrastrándome con él. Se quedó mirándome un momento.

-¿Qué es lo que más te apetece hacer ahora?- esa pregunta me desconcertó un poco, hasta hace un momento estaba llorando en su hombro y ¿ahora me preguntaba eso? –No quiero que te quedes aquí lamentándote, necesitas distracción –¿Cómo podía tener una sonrisa tan bonita?

Había una cosa que quería hacer, la única cosa que conseguía que me evadiese de todo lo que sucedía a mi alrededor. Sólo le contesté con una sonrisa y ya estábamos corriendo hacia donde él me llevaba, arrastrándome cogida a su mano.

No sé que había visto en mi sonrisa, pero había acertado. En un principio no sabía a dónde me había llevado.

Era una tienda pequeña de instrumentos y por lo que vi, conocía bastante bien al propietario. Nos dejó pasar a la parte de atrás donde había un hermoso piano de cola. Cuando le pregunté por cómo había sabido de este lugar, me hizo una mueca de dolor, como si le doliese recordarlo y preferí no entrometerme.

Después de unas cuantas horas tocando sin parar, tocando juntos, por separado, muchas risas y unos cuantos abrazos para hacerme sentir bien, ya recogíamos nuestras cosas para irnos a casa.

Me entró el pánico de pensar en volver a casa. Fue una sensación muy extraña, porque de repente no sentía mis piernas, ya no había nada que me mantuviese con equilibrio en el suelo. Me caí hacia atrás, pero gracias a que estaña al lado de una silla, porque si no, no lo hubiese contado.

Tom llegó hasta mí preocupado, y no era para menos, ya le importase mucho, poco o nada, ver a una persona derrumbarse es para preocuparse.

-¿Qué pasa?
-No quiero ir a casa –dije lo más alto que pude, mirando a la nada.

Se quedó por un momento pensativo y después se puso de cuclillas en frente mía, cara a cara, escasos centímetros había entre nosotros.

-No te preocupes –levantó la mano para acariciarme la mejilla lentamente –te he dicho que no te voy a dejar ir y no lo voy a hacer.
-En algún sitio tendré que vivir…
-Y ya tienes sitio –me sonrió – cuando te he dicho que no te iba a dejar ir, lo decía muy en serio, y no te voy a dejar que te despegues de mi ni un centímetro –no iba totalmente en serio y su carcajada lo confirmó. Había conseguido que de mí saliese una sonrisa.
-Gracias, por todo –solo pude decir eso.

¿Y cuál fue su contestación? Algo que no me esperé hasta que me vino encima. Acortó las distancias y me besó. Un tierno beso, nada intenso ni fogoso, no necesitaba más. Eso era lo que necesitaba, una muestra de cariño, nada más.

Se separó de mí unos milímetros y sobre mis labios pronunció:

-De nada.


En estos momentos me acuerdo de mi amiga Cristina, aquella que tuve que dejar allí en España. Una vez me llegó un mensaje suyo que decía “Los avatares de la vida… nos llevan por caminos insospechado” y en su momento no supe sacarle significado. Pensé que quería decir que todo corre a cuenta del destino, pero es más que eso, todo tiene un por qué.

El destino quería que fuese a Londres por algo, y ahora no sé si agradecérselo o echárselo en cara. Solo sé que en su momento solo podía dar las gracias por haberme sacado de esa situación, porque no fue casualidad que Tom apareciese por mi camino.

Any coment? 

lunes, 7 de noviembre de 2011

Capítulo 13: ¿Celosa?


-Hola –saludé yo con una sonrisa falsa para Ashley no se qué y cuándo me giré para saludar a Debbie fue la sonrisa más agradable que pude poner.

-No sabía que estarías aquí- me dijo la madre de los hermanos –pensé que solo estarían Carrie y Tom.
-Yo tampoco pensaba quedarme, pero Carrie puede llegar a ser muy insistente
-Bueno, así Ashley conoce a más gente aquí y podréis quedar alguna vez.

A mi Debbie me caía muy bien, pero esa manía suya de que la gente se junte para quedar sin conocerse… no me gustaba nada y menos si se trataba de quedar con esta put…persona. Ashley pasó por mi lado con aires de suficiencia y mirándome con superioridad. Si pretendía ser discreta, no lo había conseguido para nada.

Sin dirigir ni una palabra más me fui a la habitación de Carrie, no creo que aguantase mucho tiempo mirando a Ashley. Llamé a la puerta y tras un “pasa” por parte de Carrie, me adentré en la habitación. Ella estaba ya lista para bajar, estaba recogiendo un poco la habitación.

-Yo que tú me escapaba por la ventana y fingía que no he estado aquí- dije riéndome
-¿Qué ha pasado?
-En serio, no veas lo que nos va a tocar aguantar ahí abajo, te confundiste totalmente con lo que dijiste de la americana
-¿No es como dije? ¿Cómo es? –me pregunto Carrie divertida.
- Solo acertaste en que era malcriada, por lo demás… de pija no tiene nada. Y cuando la vea Tom, no va a poder desviar su mirada de esa asquerosa…
-¿Celosa? –me pregunto Carrie levantando los cejas a la vez que se reía.

Ya empezaba a ponerme nerviosa, ¿Qué le contestaba? O directamente podía darme la vuelta y pasar de su pregunta, pero claramente ella no iba a dejar pasar esa oportunidad de conseguir lo que ella quería. Que le dijese que me gustaba su hermano.

Y yo en esos momentos no estaba como para pensar con claridad y ponerme a debatir conmigo misma qué es lo que sentía hacia él. Aunque una pequeña parte de mí contestaría a esa pregunta sin pensar y con una respuesta afirmativa. Así que, opté por hacerme la tonta.

-¿Qué? –le dije poniendo cara de desconcierto, porque aunque hubiese querido aparentar tranquilidad, no podía.
-No te hagas la tonta, que sé que me has escuchado perfectamente –se fue acercando a mí –te voy a contar un secreto –me iba diciendo mientras llegaba a mí, hasta que llego a su cama, donde yo estaba y se sentó al lado mío. –que no debería contarte porque se lo he prometido a Tom.

¡Ay, Dios! A saber qué es lo que me quería decir Carrie, no me parecía nada bueno para mí por su cara de pillina que tenía.

-Tom me ha contado lo que pasó ayer –y se quedó mirando esperando alguna reacción en mí, como nerviosismo. –Lo que pasó en el sillón –me aclaró como si tuviese que comprender algo.
-Carrie, ¿Qué me quieres decir? Ayer lo único que hicimos fue tomar chocolate. Ya te hemos dicho que no pasó nada.

Su espalda se irguió. ¿Qué es lo que estaba pasando por su cabeza? Se levanto de la cama y cogió a silla del escritorio, la colocó delante de mí.

-No te acuerdas de nada ¿no? –me dijo nerviosa, ¿de que no me acordaba? –no sé cómo te voy a explicar esto sin que Tom me mate…
-Pues empezando a hablar porque me estas poniendo nerviosa Carrie. –y era verdad, no sabía que podía haber pasado por la noche que no me acordase. Tomamos chocolate, le conté lo que había pasado y después me quede dormida.
-A ver… me ha dicho mi hermano… pues que… -le estaba costando, le tendría que dar yo un empujoncito.
-¡Arranca Carrie, arranca! –insistí.
-Vale, allá voy –y resopló fuertemente como quitándose todos los nervios que tenía encima. – Ayer te besó.

¿Había escuchado lo que creía haber escuchado? Se lo está inventando todo, se que quiere que estemos juntos pero… No, eso no puede ser verdad, si no me acordaría.

Una ola de calor me invadió. ¿Y si realmente pasó de verdad? ¿Y si es verdad que no me acuerdo de nada? Pero no estaba segura de que no me acordase de nada.

<< Con lo a gusto que me encontraba seguro que ya está durmiendo y soñando con mi príncipe azul. Un lugar reconfortante, abrazado a la persona más increíble que haya podido conocer. >>

¿Eran sus brazos lo que sentía en realidad? ¿Era él mi príncipe azul con el que había soñado? No podía decir que no me gustase esa idea. Tom, mi príncipe azul, pero todo había sido muy poco real. Él no se hubiese atrevido a hacer lo que Carrie me estaba diciendo, no cuando yo no le gustaba a él.

Imágenes fugaces llegaron a mi mente, recordando cómo había seguido aquel sueño.

<< Entonces lo sentí. Un ligero roce, un simple beso, como una caricia. Me gustaba, mi príncipe azul me estaba besando y aunque no fuera un beso de película, ya era algo. >>

Si es posible que hubiese pasado en realidad, pero ¿Cómo? ¿Por qué? No conseguía responder a unas preguntas tan simples como esas. Lo peor de todo es que mi cerebro aún no había asimilado lo que él mismo había descubierto, aunque con ayuda de Carrie, y en ese momento intentaba encontrar respuestas.

-Yo creo que ya te he dado tiempo suficiente como para asimilarlo –comentó Carrie –no creo que sea para tanto, yo sabía que terminaría pasando pero la cosa es… ¿tu recuerdas algo?

¿Qué le decía? Gran dilema. Si le contestaba negativamente comenzaría a insistir en que recordase, en convencerme de que había pasado y no sabía que más esperarme de Carrie; pero si lo hacía afirmativamente empezaría la tanda de preguntas, con su sonrisa triunfante e histeria por saber más detalles, también había la posibilidad de que fuese corriendo hasta Tom por mucho que yo le pidiese discreción al igual que había hecho cuando se lo había pedido él. Con ambas opciones tendría que hablar de lo sucedido así que…

-Ajam… -dije mientras asentía lentamente a la vez que me mordía el labio inferior esperando a ser masacrada a preguntas.
-¿Y por qué no me has dicho nada? Sabes que me lo puedes contar todo aunque tenga que ver con mi hermano –y se me olvidaba eso, reproche.
-Lo siento, pero realmente no es que me acuerde… -y era cierto en parte, porque si que me acordaba pero no pensaba que estuviese pasando realmente.
-¿Cómo? –me preguntó con cara de incomprensión.

De nuevo esas imágenes del “sueño” que había tenido. Todo lo que sentía comenzaba a mezclarse.

-Cuando pasó eso, digamos que estaba un poco dormida y pensé que había sido un sueño- le aclaré.
-Amm –se quedó pensativa mientras que comprendía todo poco a poco y a toda prisa se levanto y dijo -¡Tengo que hablar con mi hermano!

No me dio tiempo a reprocharle nada, ya había salido por la puerta corriendo poniéndome como obstáculo todo lo que había encontrado a su paso para que no fuera capaz de seguirla. Y lo consiguió. También me cerró la puerta y hasta que descubrí que tenía que apretar un botón del manillar para abrirla no pude salir.

(Pov Carrie)

Tenía que hablar con mi hermano cuanto antes, eso no podía quedar así. Me sentía como la celestina pero es que era su destino el estar juntos. Esto lo arreglaba como me llamaba Carrie.

Bajé las escaleras lo más de prisa que pude y cuando llegué abajo me encontré una escena un tanto peculiar. Mi madre debía estar en el baño o haciendo otra cosa y Tom y la que supuse que era la americana en la cocina. Tom, por lo que yo vi, intentaba quitársela de encima y la otra no hacía otra cosa que arrimarse más a mi hermano.

Me imaginé que eso era a lo que se refería Lucía con lo de que pija, no era.

-Tom, tengo algo muy importante que contarte – y en ese momento apareció Lucía por la puerta que me echó una mirada que cualquiera hubiese deseado estar muerto ya. –Después hablamos
-Vale –y me miró con cara de “sálvame de esta puta, por favor”. Era gracioso verle en esa situación.

Me presenté como buenamente pude e intenté sacársela a mi hermano de encima, porque él no era el único que lo estaba pasando mal. Lucía aunque intentase fingir que no, se estaba muriendo de celos por dentro y se la notaba ligeramente.

Ya con la comida servida en la mesa nos íbamos a sentar cuando surgió un pequeño percance. Lucía iba decidida a sentarse al lado de Tom, a él se le veía hasta contento. Todo bien hasta que:

-Ahí me iba a sentar yo –soltó Ashley

Lucía como buena persona que era, se sentó al lado mía, quedándonos en una esquina. Tampoco pasó nada del otro mundo, hablábamos tranquilamente. Se notaba que Ashley le tiraba a Tom, no hacía otra cosa que rozarle “sin querer”.

No sé cómo pasó, pero sin querer le di una pequeña patada a Lucía, haciendo que su sandalia se cayese al suelo. Las dos nos agachamos por debajo de la mesa para recogerla y desearía no haberle dado la patada nunca.
La mano de Ashley estaba un poco, quien dice poco dice mucho, cerca de zona peligrosa. Mi cara era monumental pero la de Lucía no se quedaba atrás. Ella se quedó paralizada, yo de la impresión y el bote que pegué me di con el borde de la mesa. Disimulé mi cara lo mejor posible, al igual que Lucía, pero mi respuesta fue inmediata. Al levantarme solté un pequeño quejido.

-Tom, por favor, ¿me acompañas al baño a mirarme si me he hecho algo? –su respuesta fue un rápido salto y un sí.

Dentro del baño me empezó a mirar la cabeza, pensando que en realidad me había podido hacer algo. Me había dado pero no como para hacerme una herida.

-Déjate de tonterías –le dije quitándole de un golpe la mano –he hablado con Lucía y si, si que se acuerda de lo que pasó, pensaba que estaba soñando pero sí que se acuerda. Así que adelante hombretón –y riéndome salí del baño.

Su cara era un poema pero creo que había entendido lo que tenía que hacer.

(Pov normal)

Ya habían vuelto los hermanos del baño. Carrie con una sonrisa en la cara y Tom más blanco de lo que ya era de por sí. No había hablado desde que había vuelto y eso era preocupante, normalmente hablaba hasta por los codos.

-¿Me acompaña alguien a por el postre? –dijo mirándome fijamente a mí. Yo lo tome como una indirecta, sabía que algo le había contado Carrie y me imaginaba que sería para hablar.
-Yo voy –se me adelanto Ashley y Tom se volvió hacia ella con el rostro reflejando el fastidio que sentía, pero el caballeroso se levantó y fueron a por los postres.

Todo normal hasta que se escucho como un plato se estrellaba contra el suelo. Carrie se levanto pero creí que debería hacerlo yo, sabía lo que panorama me iba a encontrar allí, así que podéis llamarme masoca si queréis.

Abrí la puerta de la cocina y no me equivocaba para nada.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Cápitulo 12: Preguntas sin respuesta


(POV normal)

Me encontraba con los ojos cerrados. No sabría decir si ya estaba dormida o todavía seguía despierta, pero con lo a gusto que me encontraba seguro que ya esta durmiendo y soñando con mi príncipe azul. Un lugar reconfortante, abrazada a la persona más increíble que haya podido conocer, en un lugar en el que no haya ni un solo recuerdo de mi padre.

Y así era. Sentía que había alguien abrazándome, parecía que con sus brazos me protegía de todo lo malo que pudiese suceder a mi alrededor. Pero esa protección desapareció por un momento y noté una respiración en mi cara. Parecía bastante real.

Entonces lo sentí. Un ligero roce, un simple beso, como una caricia. Me gustaba, mi príncipe azul me estaba besando y aunque no fuera un beso de película, ya era algo.

Por un momento pensé que era real, pero eso no podía ser. Estaba dormida. Éso era un sueño, uno de esos sueños de los que no te gustaría despertar y seguir disfrutando, y siempre llega tu madre con sus gritos parab despertarte. Aunque esta vez no fuese así.

Dejé de sentir todo a mi alrededor y entonces supe que ese sueño tan bonito había acabado y me había quedado profundamente dormida.

-¡Buenos días!- gritó alguien y seguido se escuchó la puerta de la entrada cerrarse.
-Shhh calla, que hay gente durmiendo- dijo la voz de un chico que supuse que sería Tom.

Unos pasos acercándose a nosotros despacio, intentando no hacer más ruido del que ya había hecho.

-¿¡Pero que hace...?!
-Shh te he dicho que no hagas ruido, Carrie- le regañó Tom en susurro- ¿no ves que está durmiendo?
-Lo siento- se disculpó

Abrí los ojos para ver la situación y me incorporé poco a poco. Todavía seguía cansada, pero no lo suficiente como para seguir durmiendo y ya que estaba despierta no conseguiría volver a dormirme.

Ellos seguían hablando en bajo.

-No hace falta que habléis tan bajo, ya estoy despierta- y lo acompañé con una sonrisa que por la cara que puso Tom estaba sorprendido y yo en el fondo también.
-Siento haberte despertado -y la cara así lo expresó- pero me ha sorprendido bastante encontrarte aquí. En casa. En nuestra casa -se notaba que comenzaba a ponerse nerviosa -De Tom y mía.
-Sí -miré a Tom -Yo también estoy sorprendida -y se me escapó una risa nerviosa mientras Tom me miraba.
-¿Y por qué has pasado aquí la noche? -preguntó pasando la mirada de uno a otro.

Miré a Tom con miedo. No es que no quisiera que Carrie se enterase pero no me veía capaz de volver a recordar lo sucedido y él lo captó al instante.

-Cosas... -vaciló mientras buscaba la palabra adecuada -inesperadas.
-Oh, ya veo -se le formó una sonrisa en la cara -Esta noche vosotros dos... -empezó a decir señalándonos con el dedo.
-NO -gritamos los dos a la vez cortando a Carrie
-No lo neguéis, sabía que algún día estraríais juntos y...
-Carrie, de verdad. Aquí no ha pasado nada -dije intentando sacarla de su error y cuando desvié la mirada hacia Tom pude notar una expresión extraña, como de fastidio. ¿Qué es lo que había dicho para que se fastidiara?
-Si no ha pasado nada ¿por qué me ocultáis las cosas? No me lo queréis contar. Es eso ¿verdad?
-No, para nada Carrie, es solo que... -comencé.
-No es algo que se cuente fácilmente y no creo que sea necesario que te lo cuente ahora.

Carrie me miró esperando lo contrario. Que le empezase a contar lo ocurrido, y me hubiese gustado contárselo para que no se pensase que no confiaba en ella, pero no podía. Yo solo asentí y le hice la promesa de contárselo pronto. No pareció disgustada, se dio cuenta de que era grave y no insistió.

Tom, nada más acabar de hablar había salido directo a las escaleras y desde que yo había negado lo que Carrie pensaba parecía molesto. Se escuchó una puerta cerrarse con ganas y Carrie me miró con la pregunta en la cara.

Me encogí de hombros. Realmente no sabía que le podía pasar a Tom por la cabeza en estos momentos, así que me levanté para averiguarlo. Después de como se había portado conmigo el día anterior era lo menos que podía hacer.

Pasé por al lado de Carrie y esta me detuvo, continuando mi camino. Me quedé allí abajo sola en una casa que no era mi hogar y me sentía un poco incomoda. No sabía que hacer.


(POV Carrie)




No sabía que había pasado esa no

che pero lo tenía que averiguar. Algo raro había tenido que pasar para que mi hermano me ocultase cosas y, más raro aún para que haya salido huyendo del salón de esa forma y con esa cara. ¿Qué habrá pasado?

Pasé de llamar a la puerta y entré directamente. Me encontré a mi hermano sentado en el sillón que tenía debajo de la ventana dándole vueltas a las pulseras que tenía en su muñeca. Ni si quiera levantó la mirada para ver quien era.

-¿Qué ocurre Tom? - esto me estaba empezando a preocupar.
-Nada -seguía mirando sus pulseras y yo me senté a su lado consiguiendo que al fin fijase su mirada en mí.
-No me lo creo. Venga, díselo a tu hermanita pequeña -pude observar cómo sacaba a relucir su hoyuelo -siempre me lo has contado todo.
-Vale, -se quedó en silencio. Parecía que nunca arrancaría -Ayer... cuando llegamos a casa, bueno... yo, ella... estábamos en el sillón y...
-¿y qué paso? -creo que me imaginaba lo que había pasado pero quería escucharlo salir de su boca.
-Pasó que... la besé. -me confesó con un pequeño rubor en sus mejillas.
-Ounss, ¡lo sabía!
-No Carrie, no te confundas.
-¿Por qué? ¿Qué pasó después? ¿Cómo fue? ¿Te gustó? ¿y a ella le gustó? ¿Qué sois ahora?
-Ei ei ei, ¡para! Sólo fue un impulso y no debería haberlo hecho. Ella no se si estaba dormida o ni si quiera si se dio cuenta, y no se lo que siento en estos momentos... estoy confuso. Fue una noche muy larga y con lo que pasó...

Estaba claro que al final no me iban a contar lo que pasó. Algo fuerte tenía que haber pasado para que después de que se peleasen en la entrega de premios se quedase aquí a dormir. Y yo no me hacía ni una ligera idea de lo que podía haber pasado.

-No me lo vais a contar ¿verdad?
-Creo que ahora a ella le cuesta hablar de eso... y se que te lo quiere contar, se la veía con ganas, pero es algo duro y no puedo...
-Pero si ella quiere contármelo pero no puede y tu me lo puedes contar...

Sabía que con unas pocas frases más me lo contaría, así que se las solté. Mientras me lo iba contando no podía creer que eso pudiese ser verdad. Era su padre, SU PADRE. Cómo podía haberle hecho algo así a su hija. Justo después de que su madre la abandonara. Eran un cúmulo importante de cosas que habían sucedido. Y ella aún así conseguía sacar a relucir alguna que otra sonrisa.

No una sonrisa resplandeciente pero ya conseguía algo. Había que ser muy fuerte para no derrumbarse y dejarse llevar por el miedo y la frustración. No hundirse y encerrarse en sí misma. Ella había sido valiente.

No dejé que terminase con la narración, por lo que le dejé con las palabras de como se habían quedado los dos juntos en el sofá después de que él la besara, y bajé las escaleras para encontrarme ha Lucía sentada en el taburete del piano, de la misma forma que me había descrito mi hermano que lo había echo la noche anterior.

Me coloqué detrás de ella y la abracé.

-Lo siento. No te enfades con mi hermano... me lo ha contado.

Se quedó un poco rígida al escuchar mis palabras y al momento se relajó, mientras se daba la vuelta para quedarnos cara a cara.

-No pasa nada. Yo quería contártelo y... -se quedó en silencio mientras que con su mano se limpiaba una lágrima que caía por su mejilla. -no me veía capaz de hacerlo. Se lo agradezco. -y terminó con una sonrisa de oreja a oreja.

Eso era lo que yo pensaba que era. Yo creo que sí. Ya sabía cuál era la razón por la que conseguía sonreír. Aún todo lo pasado, mi hermano la había ayudado bastante a olvidar lo sucedido.

-Éstas empezando a sentir algo por mi hermano. -Tenía que decirlo, si no no me quedaba a gusto.
-No -me contestó con cara de sorpresa.
-No te estaba preguntando, lo afirmaba y sé que estoy en lo cierto ¿no es así?

No me contestó, pensaba que con eso bastaría pero involuntariamente se le escapó de nuevo esa sonrisa idéntica a la de antes que la delató.



(POV normal)

Lo que me había dicho Carrie me había descolocado. ¿Estaba empezando a sentir algo por Tom? No creo. Me habría dado cuenta. Disfrutaría pasando tiempo con él, y el poco tiempo que hemos estado juntos siempre hemos acabado mal. Pensaría en cada instante en él. Sólo con oír su nombre estaría sonriendo como una tonta.

¡Espera un momento! Estaba sonriendo como una tonta cuando Carrie me ha preguntado. ¡Eh! Y todavía lo sigo haciendo. Me vi reflejada en uno de los marcos que tenía encima del piano. "Lucía quita esa sonrisa ahora mismo que pareces una estúpida." pensé.

¿Qué me estaba pasando? ¿Tenía razón Carrie?

El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos. Carrie que era la que estaba al lado, tampoco es que fuese yo a coger el teléfono de una casa que no era mía, lo cogió.

Por cómo hablaba supuse que era su madre y el grito que pegó a continuación me lo confirmó.

-¡Tom! Baja, es mamá. Quiere hablar contigo.

Bajó trotando por las escaleras, porque por mucho que digáis, unas escaleras corriendo nunca se bajan, y se colocó el teléfono en la oreja.

-¿Sí?...¿Aquí? ¿Por qué aquí?... Vale, estaremos preparados para esa hora...Adiós -y colgó.
-¿Qué pasa ahora, Tom? -le preguntó su hermana.
-Mamá va a venir a comer aquí... -comenzó.
-Bueno, entonces yo me voy, no quiero molestar más y además...- dije
-Además nada. Tú te quedas aquí a comer con nosotros -me contestó para después girarse hacia Tom -¿Por qué viene?
-Me ha dicho algo de la hija del jefe, que viene desde Estados Unidos y no se que más. No sé para que viene aquí.
-Seguro que es una chica pija malcriada con su bolso superguay de Channel -y comenzó a reírse ella sola después de haber hecho la imitación.

Tom y yo nos unimos pero no por su gracia, si no por su risa original y extraña a la misma vez.

Les ayudé a preparar la comida, aunque no me dejaron hacer muchas cosas. Me sentía inútil. No estaba inválida solo había pasado por un mal momento. Todo se solucionaría... "Espero" pensé.

Todo estaba listo. La mesa estaba puesta a falta de los platos con la comida que estaba terminando de poner en ellos Tom. Carrie, mientras, se duchaba y se preparaba para la comida y yo, apoyada en la encimera de la cocina, observaba a Tom, la delicadeza que tenía para que todo acabase perfecto.

Sonó el timbre y Tom me mandó a mí ya que él estaba con la manos ocupadas terminando todo. Abrí la puerta y ¿qué me encontré? Ejem...zorra...ejem.

Estabamos a unas temperaturas que fácilmente podría estar nevando en la calle, incluso granizando o ambas cosas a la vez, y ¿con qué me venia la americana? Poco le faltaba para haber venido en bikini.

Llevaba un jersey, sí, pero un jersey de estos que tienen más agujeros que el queso gruyer y que por cada agujero se podían meter fácilmente 5 dedos y con un sujetador de leopardo con encaje. No, no iba insinuándose. De pantalones, si es que se le puede llamar así, eran como una especie de short-tanga. Bueno algo indefinido, pero muy cortos. Y para finalizar unas calzas hasta por debajo de las rodillas con unos mocasines de tacón. (No se si lo he descrito bien)

-Hola soy Ashley Briman



Siento haber tardado tanto en escribir, pero entre unas cosas y otras nunca encontraba un hueco. Si hay mucha gente que deja de leer lo entiendo porque hasta yo me he tenido que volver a leer el último capítulo para seguirlo.

Espero que os guste!!

jueves, 8 de septiembre de 2011

LO SIENTO :(

Lo siento por tardar tanto en escribir cuando dije que a principios de septiembre seguiria, pero yo pensaba que suspenderia las recuperaciones.

Como no he suspendido tengo en una semana la selectividad y no tengo tiempo para nada. No quiero decir cuando seguire porque no lo tengo seguro, pero no creo que sea mucho tiempo. Como mucho hasta despues de terminar la selectividad.

GRACIAS POR LEER!!

domingo, 21 de agosto de 2011

Capítulo 11: Después de una tormenta siempre llega la calma

Esa situacion me superaba. Intentaba gritar pero al igual que en mis peores pesadillas no conseguia que la voz saliera de mi.

 Agite mis piernas para evitar esas caricias. Desearía que siguiese estando en ese sueño, no haberme despertado aún, pero era la realidad y la realidad era que mi padre quería aprovecharse de mi. Aunque yo todavia no habia sido capaz de asimilarlo.

No conseguia reaccionar mientras mi padre cogia las sabanas, tirando de ellas para destaparme. Comenzó a acariciarme de nuevo y lo único que sentia era asco y miedo, esta vez no había nadie que le interrumpiese.
Cogió de la cinta de mi pantalón de pijama para tirar de ellos y quitarmelos. Ese movimiento hizo que por fin reaccionase. Me moví todo lo que pude, di patadas, puñetazos dirigidos hacía el, intenté todo por sacarmelo de encima, pero fue en vano. Él tenia mas fuerza y con una sola mano había inmovilizado mis dos brazos. Se sento encima de mis dos piernas para que no las puediese mover, incando las rodillas a cada lado de mis piernas.

Gritaba con todas mis fuerzas, con alguna esperanza de que alguien escuchase mis gritos y me sacara de esto...pero no daba resultado. Lágrimas de rabia rebosaban de mis ojos y mi padre con dificultad terminó quitandome los pantalones junto al culotte.

-Por favor, para, no puedes hacerme esto- Le dije entre lagrimas -Para porfavor Papá...- Seguí suplicando pero no parecia escucharme.

Se acerco lentamente a mi oido y pude notar la peste a alcohol que traía.

-Shhh, tranquila, Papá va a hacerlo con cuidado...- Me revolví debajo de él por enésima vez cuando dijo eso mientras me acariciaba el pelo -Pero si no te portas bien tendre que hacerlo por las malas...

Me sentía rabiosa y frustrada por no ser capaz de hacer nada por huir de esta situacion.

Empezó a sobarme todo el cuerpo, deleitándose a su gusto con mis pechos, me hacía daño pero eso al no le importaba, el solo quería satisfascer su hambre aunque arroyase a su hija por su camino.
 Me besaba, mordia y todo lo que le placía. Su mano comenzo a subir por la parte interna de muslo y sabia donde iba a acabar. No lo soportaba y volvi a las patadas, zarandeandome debajo suya, buscadon una salida a ese amarre, deseando que esta situacion solo fuese fruto de mi imaginacion. Ya no habia lágrimas, había llorado hasta la última que me quedaba. Seguí gritando, aumentado mi tono de voz...

-Tu lo has querido- Y con esa frase y un movimiento brusco note una punzada de dolor.

Dolía y cada vez aumentaba más ese dolor. Era insoportable. A la misma vez que mi dolor aumentaba mi padre soltaba un gemido cada vez mas audible. Las lágrimas habían vuelto. No soportaba más esa situación. Prefería que me hubiese pegado a lo que estaba haciendo ahora. Solo podía pensar en que todo acabase...

Con el último gemido que había salido de mi padre acabó todo. Término ese infierno por el que nadie debería pasar.

En cuanto noté que disminuía la presión que ejercía y vi que podía librarme de él, no lo dudé ni un segundo. Salí de debajo suya como pude, cogí el pantalón vaquero que tenía tirado en la silla de días anteriores y bajé a la máxima velocidad que me permitían las piernas. Antes de salir por la puerta me coloqué aquellos pantalones y cogí el abrigo que tenía en el perchero de la entrada.
Noté como pasos acelerados corrían por el pasillo de la planta de arriba hasta llegar a las escaleras.

-¿Donde te crees que vas? -Y bajó acelerado para pillarme.

Antes de que llegase hasta mi conseguí salir de aquella casa. Salí corriendo en cualquier dirección y así alejarme de todo lo ocurrido, era noche. No me atrevía a mirar hacia atrás por sí veía a mi padre detrás de mi.


Comencé a pensar, a recordar detalles que hasta ahora no habían cuadrado, pero ahora empezaban a atarse cabos sueltos que hasta ahora, para mi no habían tenido gran importancia.

Recordaba aquellas noches en las que me encontraba en mi habitación, tirada en la cama esperando a caer dormida. Mi padre llegaba de trabajar tarde y mi madre le esperaba con la cena lista. Son recuerdos borrosos pero sí me acordaba de los gritos de mi madre y las excusas que me daban al día siguiente cuando preguntaba por lo sucedido. Mi madre...

Sentí compasión por enterarme ahora de lo que realmente pasaba y por no hacerme preocupado lo suficiente para darme cuenta en esos momentos. También y a la misma vez, se encendia un nuevo sentimiento...

 Furia.

Mi madre me había abandonado, dejándome con esa persona que había provocado su marcha. Sin preocuparse de lo que pudiera llegar a pasarme.

Me sentía destrozada por dentro. Mi situación ya no podía empeorar más. Seguía lloviendo a mares y cada relámpago que relucía en la oscuridad del cielo haía que mi mente proyectara imágenes desagradables que eran protagonizadas por mi padre.

Había dejado de correr y me encontraba en una calle poco transitada. Los edificios estaban a medio demoler, en los soportales había mendigos esperando a que alguien pasara para poder pedirles dinero. Empezaba a tener frío a causa de la lluvia.

Un mendigo se acercó a mi. Su cara me asustaba porque parecía que tenía otras intenciones. Cuando estuvo a mi lado me agarró del brazo haciéndome recordar cada tocamiento, cada punzada de dolor, TODO. Salí corriendo, el corazón me iba a estallar del miedo, notaba las pulsaciones detrás de las orejas. Está noche había sobrepasado mis límites.

Me refugié dentro de una cabina de teléfonos, lo primero que se puso en mi camino. Necesitaba a alguien que me ayudase a escapar de esto. Necesitaba a alguien que  comprendiése por lo que estraba pasando y en eso sólo me podía ayudar una persona.

(Pov Tom)


Meto las llaves en la cerradura para entrar en casa. Me duele todo el cuerpo, he estado toda la noche de aquí para allá. "Mira, te voy a presentar a..." "este es...". Toda la noche conociendo a gente que según Alex me conviene conocer.

Voy a la cocina a tomarme un vaso de agua e irme a la cama. Dejó el vaso en la encimera, al lado del teléfono y veo que parpadea la luz que indica que hay mensajes de voz.

¿Quién llamaría esa noche? Todos los que podrían haberme llamado sabían que estaba fuera. Alargué el brazo, y le di al botón y dejo que la cocina se inunde con una voz sofocada.

-Carrie... v-ven a buscarme -Parecía que estaba llorando - Ayudame... Estoy en frente del antiguo cine -se escuchó como se sorbia la nariz -En mi cuarto,  luego mi padre....llegó... y-y y... por favor ven. Te necesito.


Me quedé petrificado, se la notaba asustada. Esperé a escuchar la hora que había dejado el mensaje y fue casi 45 minutos antes. Estaba sola, en la calle, asustada y seguro que muerta de frío por la lluvia y el viento.

Esperaba que siguiese allí.

Volví a coger las llaves que había dejado en la mesita de la entrada y me metí rápidamente en el mini azul. Una vez dentro, empecé a pensar en que cine antiguo se refería. Sólo conocía uno y esperaba que fuese el único.

De camino, no paraba de comerme la cabeza con qué podría haber pasado. Había mencionado a su padre y después de la escena que había presenciado en el baño, creo que nada bueno había podido pasar. Esperaba que no se hubiese atrevido a ponerle la mano encima como creo que estuvo a punto de hacer.

Veía de lejos el cine y aceleré. Un poco más cerca del edificio ví una figura sentada en el bordillo de la acera con los brazos alrededor de sus rodillas y con la cabeza apoyada en ellas. No estaba seguro de que fuese ella, pero no podía perder el tiempo.

Dejé el coche apartado en un lado de la carretera sin llegar colocarlo bien y corrí hacia ella. Según me iba acercando me daba cuenta de que era ella. Nada más plantarme a su lado levanto la cabeza y su casa lo dijo todo. No esperaba que fuese yo.

Su cara era de sorpresa e incredulidad. Sus ojos abiertos como platos estaban rojos del llanto, las mejillas con el rastro de sus lágrimas, la mandíbula le temblaba y todo se convulsionaba de la tiritona que tenía.

Me senté a su lado para estar a la misma altura.

-¿ Estás bien? -Pregunté, es estúpido porque sabía que no era así pero na sabía que hacer ahora que la tenía delante.

No obtuve respuesta. Se dedicó a escrutarme con la mirada y después se tiró a mis brazos, cosa que me sorprendió bastante pero me imaginé que era lo que necesitaba.

La tuve entre mis brazos hasta que se hubo calmado. No sabía lo que habría pasado pero se la notaba muy afectada y no me atrevía a preguntar el por qué.

-Vamos, te llevo a casa -Dije mientras me levantaba y le ofrecía mi mano. Su cara cambió, parecía horrorizada -A mi casa -le aclaré al darme cuenta de que lo había entendido mal.
-Vale -la volví a abrazar al ver sus escalofríos y que entrase en calor. -Gracias

Nos metimos en el coche donde reinó el silencio. No sabía que decirle para consolarla mientras las lágrimas le recorrían el rostro y de vez en cuando sorbía por la nariz. Ya lo había estropeadobastante esa noche como para volver a cometer un error.

Noté su mirada clavada en mi y me estaba poniendo nervioso. No sabía sí es que esperaba algo de mi  o que... Entoces se decidió a hablar.

-¿ Te puedo hacer una pregunta?
-Sí, claro -Dije mirándola durante un segundo para después volver la vista a la carretera.
-No te quiero ofender pero ¿por qué has venido?
-Oí tu mensaje -Le aclaré.
-Pero era para Carrie -Se notaba que le costaba hablar ya que tenía la respiración antepada.
-Lo sé, pero me preocupó y pensé que aunque fuera yo el que viniera...necesitabas  ayuda -Me gire para observarla y nuestras miradas se cruzaron.
-Gracias -Me dijo con una triste sonrisa.

Llegamos a mi casa y la lleve ropa seca de mi hermana. Le indique donde estaba el baño y me dirigí a la cocina.

-¿Te preparo un chocolate caliente?
-Sí por favor.

Y mientras ella se fue a cambiarse yo me quedé preparando los chocolates. Estuve pensando la forma en qué le preguntaría sin que pareciese demasiado brusco. Todavía no había acabado de servirlo cuando escuché un pequeño sonido proveniente del salón. Me acerqué y me encontré a Lucía sentada en el taburete del piano, observandolo con detenimiento.

Me acerqué hasta su lado, me senté con ella. Enfocó sus ojos en mi y entendí que con era mirada buscaba mi consentimiento para poder tocarlo, como sí necesitara pedir permiso. Asentí papa dárselo.

Comenzó a tocar, pasando todos sus dedos por el teclado, haciendo que una melodía inundase toda la estancia. De sus ojos comenzaron a brotar lágrimas. Lágrimas de tristeza. Dejó de tocar y yo la abracé para que se desaogara en mis brazos. Estaba derrumbada, sentía que sí me movía ella caería al suelo.
La agarré entre mis brazos, cogiendola para llevarla al sofá. Sentada a mi lado y apoyada en mi pecho empezó a hablar.

-¿Te preguntaras qué ha pasado?
-No hace falta que me lo cuentes. Con que te sientas major me vale.
-No, quiero hacerlo -Hizo una pausa -Necesito hacerlo.

Me contó todo entre lágrimas. Todo lo que había sufrido estos últimos días y sobretodo lo que había sucedido esa noche. Todo entre lágrimas.
No sabía que palabras tranquilizadoras la podrían ayudar porque era incapaz de asimilar lo que me había contado. Sólo podía achuchar para que sintiera que no estaba sola. Y así se quedó dormida y aún así las lágrimas no cesaban.

La acomodé en el sillón. Me quedé observandola. Esa chica había conseguido que sintiera algo que no sabía como explicar, aún con todos esos desprecios se había colado dentro de mi.
Me iba a levantar pero tenía su mano aferrada a mi camiseta y decidí que me acomodaría con ella en aquel sofá. Me incliné para colocarme mejor con cuidado de no despertarla.

Sentí un impulso y no me contuve. Lo hice sin pensar y tampoco estaba planeado. Lo hice sin más, la besé.
Fue rápido y pareció moverse a mi lado pero no abrió los ojos. Me tumbé a su lado y la abracé para que al menos sintiera que no estaba sola en aquella pesadilla.



P.D: dedicado a mi gemela Maribel que me ha ayudado mucho con este capítulo que ha sido lo más difícil que he escrito y también para Eva que no hace otra cosa que pedirme pinchoteo y aquí lo hay pero dudo que sea a lo que te referías. OS QUIERO