lunes, 5 de diciembre de 2011

Capítulo 14: Los avatares de la vida... nos llevan por caminos insospechados

¿Hola? ¿sigue alguien leyendo esto? Creo que no....
Bueno la frase del cápitulo es propiedad de @Gemma_noworries que si no lo digo me pega T.T y a partir de ahora intentare al menos subir cada semana pero no prometo nada...
Lo dicho, a leer!!


Me quedé durante unos segundos petrificada en el marco de la puerta. No es que me gustasen esas vistas, pero algo dentro de mí quería interrumpirles y hacer notar mi presencia. Aunque mi parte racional, o no sé muy bien si ese impulso venía de otro lado, quería salir corriendo, y rápido.

Así lo hice, salí al hall donde tenía mi abrigo y me pasé por el comedor para avisar de que me iba.

-Me ha llamado mi…mi- si no podía ni pensar en él, más me costaba hablar de mi padre.- Me tengo que ir.
-Pero si no tienes móvil- y tenía razón pero yo ya me iba hacia la puerta.
-Es urgente. Tengo que irme a casa.

Antes de salir por la puerta, vi por el rabillo del ojo como salían de la cocina. Tom con paso apresurado y Ashley siguiéndole con una risa de estúpida que no podía ni con ella.

-¿Ha dicho que se va a casa? –Parecía preocupado –No puede… -no escuché nada más de lo que salió de su boca. Ya había cerrado la puerta tras de mí.

La pregunta que había hecho Tom me hizo pensar. ¿Cómo iba a ir a casa? Estaba claro que no me iba a casa, yo ya no tenía casa. Bueno, mejor dicho, sí que tenía casa, pero ya no la podía considerar hogar.

¿Y dónde iba a dormir y vivir? ¿Qué iba a comer? Realmente no tenía ni idea, no tenía ningún familiar que viviese en este país, todos estaban en España.

Comencé a caminar, ¿Sabéis esa sensación de que nada iba a ir bien a partir de ese momento y que por más que quisierais no podríais hacer nada para cambiar tu vida? Así me sentía yo. Sola e indefensa caminando por la calle, sin tener donde ir, caminando hacia cualquier lugar. Lagrimas que inundaban mis ojos sin llegar a caer, aire que revolvía mi pelo y me dificultaba la visión, pero yo seguía adelante aún sin tener un rumbo.

Las casas por las que pasaba eran todas iguales, monótonas. Ojalá y mi vida fuese así, sin nada que se saliese de lo normal, sin ninguna preocupación. Pero no era así.

Me agarraron de la mano, intentando hacerme girar sobre mí misma, pero no lo hice. Había estado escuchando como me llamaba a gritos desde que había salido de su casa y si no le había hecho caso en ese momento ¿por qué se lo iba a hacer minutos más tarde?

Me deshice de su mano de un tirón y seguí mi camino hacia ninguna parte. Seguía insistiendo en frenarme, pero cuanto más ímpetu le ponía él, con más fuerza me escabullía yo.

-¿Se puede saber por qué te vas así de mi casa?- me preguntó mientas se quedaba parado en la acera y yo le conseguía llevar un poco de ventaja.

No le contesté, ni pensaba hacerlo. Después de todo lo que me había dicho Carrie, sin yo quererlo me había hecho ilusiones. Con todas las reacciones que había tenido esa noche no era para menos.

-Lucía, ¿me puedes hacer caso? –ya se había puesto de nuevo a mi altura, cogiéndome de nuevo del brazo. -¿Qué ha pasado?

Silencio es lo único que obtuvo. Me paré en un paso de cebra para mirar hacia los lados y cuando fui a dar un paso, algo me lo impedía, es más, me echaba hacia atrás.

Me di cuenta de que Tom me tenía agarrada por la cintura, para que así no me pudiese escapar. Hacía fuerza en mi abdomen para que retrocediésemos y no estar en mitad de un cruce.

-Suéltame- le ordené a la vez que forcejeaba.
-No
-Por favor, suéltame –le dije con un tono suave, inexpresivo casi.
-No hasta que me cuentes qué ha pasado ahí dentro. –me ordeno.

Intenté de nuevo escabullirme, no quería hablar con él. Cada vez apretaba más para que no me fuese de su lado, como había hecho mi padre la noche anterior. Estaba consiguiendo hacerme daño, pero no físico. Me estaba haciendo recordar a mi padre. Sin querer, pero lo estaba consiguiendo.

Las lágrimas no tardaron en comenzar a caer y eso lo notó él también. Me soltó de repente, dándose cuenta de lo que había causado, pero no por ello se fue de mi lado. Se colocó en frente mía, poniendo sus manos en mis mejillas y con un reflejo de culpabilidad en sus ojos.

-Lo siento, lo siento… Dios-me agarró de la nuca e hizo que pusiese mi cara en su pecho- lo siento mucho, de veras que lo siento…- me acariciaba el pelo mientras que sentía sus labios en mi cabeza, dándome pequeños besos, intentando consolarme.

Siguió disculpándose hasta que al fin me calmé, aunque yo no le escuchase. Él solo tenía parte de la culpa pero no lo había hecho queriendo.

Me separé de él, me di la vuelta y comencé de nuevo a caminar. Ya no estaba enfadada con él -si es que realmente he llegado a estarlo, sólo estaba un poco molesta, y no celosa como me había dicho Carrie o eso es lo que pretendía hacerme creer a mi misma- pero seguía sin querer hablar con él, aunque ya estaba Tom para detenerme.

-Sé por lo que estas pasando, comprendo que no quieras hablar conmigo después de cómo nos hemos tratado pero…- me empezó a decir Tom mientras que me agarraba de las muñecas para que no me moviese de su lado.
-No Tom, no sabes por lo que estoy pasando, si lo supieses me dejarías ir- le dije mirándole a los ojos mientras que alguna que otra lágrima se me escapaba.
-Lucía, me lo contaste anoche- atrapó esas gotas saladas que caían lentamente.
-No te conté todo… -agaché la cabeza.
-Entonces cuéntamelo si quieres y después ya decido yo si debo dejarte ir.

Me miraba con una sonrisa perfecta en su cara y ese hoyuelo que tanto llamó mi atención en cuanto le vi en el video. Su mirada me transmitía tranquilidad, seguridad y confianza, que podía contar con él aunque no nos conociéramos mucho.

Me guió hasta un poyete que había al principio de un parque, donde nos sentamos. ¿Cómo se contaba que aparte de que tu padre te ha violado, tu madre te ha abandonado? ¿Lo sabéis? Yo tampoco. ¿Se hace una pequeña aclaración para que no suene tan horrible o lo sueltas sin más?

-Mi madre se fue de casa hace unas semanas – lo solté sin aclaración ni nada, tal y como había pasado.
-Pero estaba en un viaje de trabajo ¿no?
-Es eso lo que mi padre quiere que piensen, mi madre nos abandonó. Sin nota, sin aviso, NADA- dije que no volvería a llorar por ella y lo estaba consiguiendo, solo había rencor hacia ella, de momento –después de llamarla tantas veces, nos devolvió la llamada y nos lo dijo sin remordimiento.

Pasó su brazo por mis hombros y me cobijé en su pecho. Paseaba su mano de arriba abajo mi brazo, calmándome. Me sentía cómoda donde me tenía. Sus brazos eran como mi fortaleza y su corazón el cielo.

Sus latidos eran lentos, me relajaba… como si nuestros corazones tuviesen que ir al mismo compás.

-Lo peor no es que nos haya abandonado- dije separando mi cabeza de su pecho para poder mirarlo a esos ojos tranquilizadores.
-¿Qué puede ser peor que eso? – me preguntó sorprendido.
-Que me haya abandonado a mí sabiendo de lo que era capaz mi padre- ahí sí que me derrumbé y falté a mi promesa.

De nuevo me cobijó entre sus brazos, esto se estaba convirtiendo en costumbre. Me iba a empezar a acostumbrar a esos abrazos y no quería, porque cuando no los tuviese ¿qué iba a hacer?

Se acerco a mi oído y con voz suave me dijo:

-No voy a dejarte ir- y con esa simple frase me sacó una sonrisa.

Se levantó, arrastrándome con él. Se quedó mirándome un momento.

-¿Qué es lo que más te apetece hacer ahora?- esa pregunta me desconcertó un poco, hasta hace un momento estaba llorando en su hombro y ¿ahora me preguntaba eso? –No quiero que te quedes aquí lamentándote, necesitas distracción –¿Cómo podía tener una sonrisa tan bonita?

Había una cosa que quería hacer, la única cosa que conseguía que me evadiese de todo lo que sucedía a mi alrededor. Sólo le contesté con una sonrisa y ya estábamos corriendo hacia donde él me llevaba, arrastrándome cogida a su mano.

No sé que había visto en mi sonrisa, pero había acertado. En un principio no sabía a dónde me había llevado.

Era una tienda pequeña de instrumentos y por lo que vi, conocía bastante bien al propietario. Nos dejó pasar a la parte de atrás donde había un hermoso piano de cola. Cuando le pregunté por cómo había sabido de este lugar, me hizo una mueca de dolor, como si le doliese recordarlo y preferí no entrometerme.

Después de unas cuantas horas tocando sin parar, tocando juntos, por separado, muchas risas y unos cuantos abrazos para hacerme sentir bien, ya recogíamos nuestras cosas para irnos a casa.

Me entró el pánico de pensar en volver a casa. Fue una sensación muy extraña, porque de repente no sentía mis piernas, ya no había nada que me mantuviese con equilibrio en el suelo. Me caí hacia atrás, pero gracias a que estaña al lado de una silla, porque si no, no lo hubiese contado.

Tom llegó hasta mí preocupado, y no era para menos, ya le importase mucho, poco o nada, ver a una persona derrumbarse es para preocuparse.

-¿Qué pasa?
-No quiero ir a casa –dije lo más alto que pude, mirando a la nada.

Se quedó por un momento pensativo y después se puso de cuclillas en frente mía, cara a cara, escasos centímetros había entre nosotros.

-No te preocupes –levantó la mano para acariciarme la mejilla lentamente –te he dicho que no te voy a dejar ir y no lo voy a hacer.
-En algún sitio tendré que vivir…
-Y ya tienes sitio –me sonrió – cuando te he dicho que no te iba a dejar ir, lo decía muy en serio, y no te voy a dejar que te despegues de mi ni un centímetro –no iba totalmente en serio y su carcajada lo confirmó. Había conseguido que de mí saliese una sonrisa.
-Gracias, por todo –solo pude decir eso.

¿Y cuál fue su contestación? Algo que no me esperé hasta que me vino encima. Acortó las distancias y me besó. Un tierno beso, nada intenso ni fogoso, no necesitaba más. Eso era lo que necesitaba, una muestra de cariño, nada más.

Se separó de mí unos milímetros y sobre mis labios pronunció:

-De nada.


En estos momentos me acuerdo de mi amiga Cristina, aquella que tuve que dejar allí en España. Una vez me llegó un mensaje suyo que decía “Los avatares de la vida… nos llevan por caminos insospechado” y en su momento no supe sacarle significado. Pensé que quería decir que todo corre a cuenta del destino, pero es más que eso, todo tiene un por qué.

El destino quería que fuese a Londres por algo, y ahora no sé si agradecérselo o echárselo en cara. Solo sé que en su momento solo podía dar las gracias por haberme sacado de esa situación, porque no fue casualidad que Tom apareciese por mi camino.

Any coment? 

3 comentarios:

  1. Your arms are my castle your heart is my sky (8) Te las pillo al vuelo colegaaaaa ;D jjajajajajaja bueno, nena, que así me gusta que vayas subiendo, pues es que no se muy bien que decirte porque me acabo de levantar y estoy un poco descancertada.... xD te dire que me gusta mucho, que quiero un Tom así, y que me regales un piano :/... si, eso creo que no se me olvida nada más jajajajajajajaja
    AAAAAAAAAAAAAAA!!! y que te quiero muchito :)

    ResponderEliminar
  2. Estaba esperando esto desde hace mucho tiempo, tengo que admitir que entro todos los días a ver si has subido capitulo. Aquí tienes una lectora fiel a la cual le encanta tu historia (y eso no lo dudes) Tienes que subir mas a menudo ya quiero saber como continua.... haha del comentario de EvaMcFly (que por cierto si ve esto estoy esperando el próximo capitulo de "No tienes que decir nada") tengo que decir que amo la canción y queda bien bonita para el capitulo...

    Bueno espero que subas pronto!! =)

    ResponderEliminar
  3. AY, AY, QUE MUERO.
    QUE MUERO, MUY EN SERIO TE LO DIGO.

    ResponderEliminar