martes, 21 de junio de 2011

Cápitulo 1: Unos meses antes

Había discutido de nuevo con mi padre, últimamente era lo único que hacíamos. Él quería que a mis 17 años, mi futuro tomase una dirección con destino a su empresa y a mí, esa idea no me agradaba. Yo quería terminar mis estudios, hacer una carrera en la que consiguiese un trabajo que cada mañana al despertar se me marcara una sonrisa porque me gustara.

Mi padre era dueño y director de una de las discográficas más prestigiosas de Londres. Sí, vivíamos en Londres. Cuando yo tenía 9 años, a mi padre se le ocurrió dar un paso más en su oficio, sin tener en cuenta a los demás. Decidió crear una discográfica, pero eso no era lo malo, lo malo era que nos tendríamos que mudar de nuestro país. Dejar mis amistades, colegio, casa atrás, pero lo que más eché de menos fue a mi mejor amiga Cristina.

Podríais pensar que como se puede tener tanto cariño a una amiga con tan poca edad y sin haber vivido suficientes experiencias juntas, pero para mí no era una chica cualquiera. Ella era la única que cuando todos los niños de mi clase se metían conmigo me defendía y eso crea un lazo especial. Ella era la única que conseguía animarme cuando estaba triste y eso al llegar a una ciudad donde no conoces nada ni a nadie, se echa en falta. Pasábamos todas las tardes juntas, si no estábamos en mi casa era en la suya.

Cuando llegué aquí no tenía a nadie con quien jugar ni compartir las tonterías que solo a mí se me podían ocurrir. Ni si quiera mis padres tenían tiempo para gastarlo en mi. Su prioridad desde un principio siempre fue su trabajo, y no les culpo porque si no como viviría yo, pero al menos una hora no estaría nada mal. Siempre me dejaban al cargo de niñeras y yo intentaba tratarlas lo mejor posible. No tenían la culpa.

El problema de mis nuevas amistades, era que según pasaba el tiempo, mi padre fue seleccionando a los que más le convenían y le beneficiaban a sus negocios. Siempre me decía: “no te juntes con ellos, ellos pertenecen a una clase inferior a ti.”

No sabía desde cuando mi padre era así, desde cuando había cambiado su forma de ser, desde cuando había dejado de ser esa persona que lo único que quería era tener a su familia a su lado. ¿Desde cuándo…? Demasiadas preguntas para una sola respuesta: desde que llegamos a Londres; pero llegó un momento en el que me acostumbre a no tener cerca de mis padres, a no poder elegir mis propias amistades y a que mi padre me tratase así.

Siempre que estábamos juntos, y menos mal que era poco, discutíamos y siempre por el mismo tema: mi futuro, más bien mi futuro en su discografía.

Estábamos comiendo y, como a menudo hacía, sacó su tema preferido.

- ¿Cuando piensas acercarte a la discográfica para que te vaya introduciendo en el mundillo de la música.

- Papá he estado de exámenes y la próxima semana sigo estando asique…

- ¡NO!- me interrumpió- Lo que quiero es que te olvides de esa idea tuya de estudiar Veterinaria - cada vez va subiendo más el tono de voz.- Sabes que no vas a llegar a nada, que vas a ser una fracasada que va tirar su vida por la borda por un simple capricho y vas a ser la vergüenza de la familia.

-Pero es lo que más quiero...- empezaba a notar cómo las lágrimas se me empezaban a acumular en los ojos y que de aquí a poco estaría llorando.

-Ni peros ni nada, tu seguirás con el negocio y no volveremos a tener esta conversación de nuevo.

Cogí mi tenedor y empecé a marear la comida; en ese instante note como las lágrimas empezaban a resbalar por mis mejillas. Quería levantarme, gritar y decirle a mi padre todo lo que sentía, en especial que en mi vida me dejaba tomar mis propias decisiones.

Me aguante, no sé como lo hice, pero me quede sentada y sin decir una palabra, tampoco comí.

Cuando mi padre termino, recogí la mesa y subí a mi cuarto; cogí el mp3 y me puse a escuchar música; sentí que el móvil vibraba varias veces pero pensé que serian “mis amigas “por lo que no conteste. No me apetecía quedar aunque era fin de semana.

No es que me cayesen mal ni nada por el estilo, eran majas y podías contar por ellas, pero no teníamos nada en común. Ni en gustos, ni en la forma de ser, de vestir… en nada. Era la única pega que tenía, por lo demás sabía que estarían cerca de mí para apoyarme.

Al poco rato llamaron a la puerta y rápidamente me quité los restos de haber llorado que quedaban en mi rostro. Era mi madre…

-Hija, ¿estás bien?- me preguntó mientras que entraba.

-No mamá, sabes perfectamente que lo que más quiero es estudiar veterinaria y no en esa estúpida discográfica- la dije- y no sé cómo no me has defendido en la mesa- tras decir esas palabras su cara se tornó triste.

-Sabes cómo es tu padre- me reprochó- Y sabes que si me meto en la discusión luego soy yo la que se tiene que atener a las consecuencias.

-Lo sé- yo también me entristecí, sabía lo que habría pasado si se hubiera metido.

-Bueno, solo venía a decirte que este fin de semana tengo que irme de viaje.

-¿Y me dejas sola con papá? No, por favor- dije desesperada.

-No te preocupes, no va a pasar nada, te dejo con lo que estás haciendo- me dio un beso en la frente y antes de salir por la puerta susurro un “te quiero”.

-Lucía arréglate y ponte formal, esta noche tendremos una cena de negocios- dijo mi padre.


Estoy ampliando todos los capítulos para alargar un poco la historia y creo que me estoy enroyando demasiado asique si no os gusta o os parece aburrido me lo decís. Un besooo

1 comentario:

  1. WAAAH! POBRECITA...si esque su padre es un... aggg...en fin me huelo lo que va a hacer su madre y no quiero...¿porqué sufrir más? No le es sufciente ya...aissh bueno q digo q no quiero q la abandone pero ala vez quiero...ya sabes...MARIBEL AMA EL DRAMA hahaha
    TE QUIEROOO

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